Con casi cincuenta años a sus espaldas, Moon Knight, creado por Doug Moench y Don Perlin, llegó a este primer cuarto del nuevo siglo, con muy pocos pasajes en los que se explotara la magnitud de las posibilidades que representa cómo recipiente humano de la voluntad de una entidad egipcia vengativa.
Por lo general siempre había sido reducido a un modelo genérico de vigilante urbano, a veces arrastrado a los convencionalismos de los equipos de superhéroes tipo Avengers que irónicamente, contrario a su nombre, poco tenían que ver con la naturaleza del personaje.
Por suerte, entre los artistas que han escrito su destino en el mundo de las viñetas en los últimos años esta Charlie Huston, quien no solo no niega tales rasgos que para otros eran suficiente razón para subestimarlo como una simple versión barata de otros antihéroes, sino que los abraza llevándolos al extremo, alimentándoles con nuestra realidad para darles identidad dentro un concepto más complejo.
Así en la saga titulada “El fondo”, el guionista parte de establecer el lugar de Moon Knight al margen de las amenazas cósmicas o dimensiónales que suelen enfrentar gente como Doctor Strange o los Fantastic Four, mostrando sus andanzas por callejones y azoteas a través de perspectivas imposibles que apuntan hacia el cielo nocturno, para luego recorrer dos líneas arguméntales.
Una sobre su estado de autodestructiva devoción a un Dios que parece haberle abandonado después de que le sirviera como instrumento contundente de castigo. La cual hace de su cruzada un claro paralelismo con la histórica necesidad humana de achacarle el origen de los problemas y decisiones propias a una entidad divina, aferrándose a culpar a otros, así como el fanatismo religioso, el autoengaño y la manipulación que suele impulsar muchos de los conflictos que aquejan nuestro mundo.
La otra va sobre aquello que le llevó a tal situación, explotando al máximo el brutal dramatismo de una sangrienta batalla cuerpo a cuerpo, con base a secuencias de viñetas invasivas, diseccionando el rol del supervillano como némesis, y la dependencia del mismo cómo un reflejo donde se confunden la cordura y el control.
Por si lo anterior fuera poco, su trastorno de personalidad como pedazos de una mente fracturada, sirve para esclarecer sus antecedentes como mercenario y los matices de la relación con sus aliados y amigos, mientras enfrenta a otro viejo conocido criminal cuyos extraordinarios reflejos fotográficos casi rivalizan aquí con su capacidad para ironizar sobre sus anteriores esfuerzos formando una empresa dedicada a entrenar villanos.
Es cierto que por momentos la estructura del relato puede parecer volverse confusa, pero la austeridad de los diálogos que da prioridad a la acción en la mayor parte de la propuesta, logra salvar el día.
“El fondo”, publicado en México por SMASH, es una lectura que no implica engancharse con otras sagas y resulta sumamente disfrutable tanto para los que ya conocen a este vengador sirviente de Khonshu, cómo para quienes lo están descubriendo. Además, es ideal para acompañar su reciente llegada a las pantallas en la serie estrenada por Disney+.
rc