Los silencios de secuencias que, a través de ventanas y pasillos, calles y avenidas espectrales, capturan la rutina de un sector de la comunidad de Tijuana, que a pesar de continuar en movimiento se ha vuelto estéril ante la tragedia, reclaman el protagonismo el documental “Niña sola” para materializar los resabios del dolor que, no apenas había alcanzado a convertirse en grito, cuando ya había sido asfixiado por la frustración, la culpa y el desaliento.
De fondo las pálidas voces de una madre y su hija van dando forma al asesinato de una joven que a unos cuantos días de cumplir 20 años fue sorprendida en su hogar, mientras las imágenes, aunque a veces se estacionan en la mera ilustración y las miradas al cielo, siguen con alevosía acentuando el dramatismo social de hogares donde todo parece en eterna construcción y ni la luz del día parece permitirles recuperar algún rasgo de esperanza.
A veces lo uniforme del desarrollo, resultado de un claro afán por evitar caer en los excesos y el alarmismo, puede perder la atención del espectador entre oscuros que, como transiciones, sólo unas cuantas veces realmente resultan sugestivos. Sin embargo, la crudeza del caso por sí mismo, aunado a los aciertos de los pasajes arriba mencionados, hacen que el documental se sostenga.
Pero eso no es todo, hay que destacar que conforme el relato avanza, además de exponer la resiliencia de las protagonistas, evidencia muchos de los rasgos culturales que empujan a crear el entorno en donde la violencia de género se normaliza, mientras arroja inquietantes y mustios apuntes a quienes consciente e inconscientemente están destinados a perderse y perpetuar ese ciclo de infamia e impunidad.
En cuanto a las autoridades, estas son una ausencia muy presente, a través de una nueva muestra de la incapacidad, no hay novedades en ese sentido.
Así entonces, “Niña sola” de Javier Ávila, no tiene todo el empuje en el sentido más estricto de relato, pero si el compromiso y la lucidez para dimensionar, entre sugestivos hallazgos cinematográficos, otro de los rostros del feminicidio, lo cual le vuelve de vital importancia como testimonio.
rc