Poniendo de lado las innegables y tan señaladas libertades tomadas con respecto a la mitología de la obra original, amén de la necesaria condensación de la temporalidad que le ha permitido mantener la participación de los humanos pese a su efímera existencia en comparación con los de otros seres sumamente longevos y el rango histórico tolkeniano que aquí retoman y abarcaría cientos de años —incluye acontecimientos repartidos en milenios—, hay que reconocer que en “El señor de los anillos: Los anillos de poder” Temporada 2 todo ha sido en favor de entregar personajes con un desarrollo consistente dentro de una trama que aunque se coció a fuego lento, impulsada por la Intriga que sofocaba la épica de las eventuales batallas, alcanzó a ofrecer un cierre intenso que sin ser espectacular ni mucho menos, resultó bastante digno.
Esto gracias a las respectivas revelaciones, principalmente la identidad de Halbrand y de “El extraño” caído de los estrellas y acogido por los pelosos —subraza de los Hobbits—, las cuales reavivaron el interés que habían perdido algunos por la serie más allá de lo atractivo de su estupenda manufactura, dejando de paso un escenario de posguerra con los elfos batallando por permanecer y Númenor convulsionado ante la inminente muerte de Tar-Palantir; ideal para el inicio de esta segunda temporada presentada por Prime Video, el cual desde el principio ha sido tan bien aprovechado, que su primer episodio hubiera sido el brutal cierre que requería su predecesora.
Y es que ya con las intenciones claras y los roles bien definidos para cada uno de los protagonistas sumergidos en disertaciones que implican política, tradición y supervivencia tanto a nivel personal como de las diferentes razas y pueblos durante la Segunda Edad; al acabar de acomodar las piezas para tensar al máximo la línea argumental principal con base a la decisión de usar o no los tres primeros anillos creados por el maestro herrero Celebrimbor, ante las reticencias de Elrond, y definir a sus portadores generando recelos, rompiendo relaciones y avivando resentimientos y viejas culpas para apuntar con mayor convicción a reflexiones sobre la maldad, el poder y el trayecto de la existencia, llevan hasta lo más alto la expectativa con un marcado tufo de fatalidad.
Pero eso no es todo, además por fin se concentran en mostrar a detalle y con un retorcido aire teatral, el infame ascenso y caída de Sauron antes de Adar, -lider de los ejércitos Orcos que han esclavizado a la gente del sur-, para con los siguientes capítulos materializar su seductora personalidad y capacidad de manipulación a través de puntuales y solemnes conversaciones acordes a su nueva y falsa identidad, que no dejan desperdicio dando congruencia y naturalidad al inicio de la creación del siguiente grupo de anillos, esos que como parte de su maligno plan irán a parar a las manos de los enanos, quienes están sumergidos en una crisis de recursos y producción
Hay además personajes como Durin IV y su esposa, cuya encantadora humanidad es despojada de lo aspavientos para adquirir una mayor complejidad emocional, lo cual aunado a una narrativa que evita dar demasiados rodeos sosteniéndose con acciones que repercuten y empujan de inmediato, hace aún más disfrutable este regreso a la Tierra Media que al menos con los primeros episodios de su nueva temporada se mantiene en ascenso.