Ilustración Francisco Lagos La Razón
Los ojos azules de Frank Sinatra vieron la luz, por primera vez, el 12 de diciembre de 1915 en Hoboken, Nueva Jersey, una ciudad marcada por la división de las cuatro razas que lo componían: irlandeses, judíos, negros e italianos. Perteneciente a este último grupo, nació La Voz, en un parto difícil cuyas cicatrices dejadas por los fórceps, lo acompañaron su vida entera y dejaron imposibilitada a su madre para volver a tener hijos.
Francis Albert Sinatra era un chico fanfarrón y revoltoso, aficionado al box, que buscaba siempre llamar la atención, mientras su padre atendía un bar familiar y su madre entraba y salía de la cárcel, por practicar abortos clandestinos. Un inicio difícil para quien se convertiría en un parteaguas en la historia de la música y, en especial, del jazz.
“Él surgió en una época en la que los cantantes de jazz no eran tan tomados en cuenta y cambió esa visión. Con Sinatra, los directores de orquesta empiezan a destacar a los vocalistas, quienes comienzan a lucir en el escenario y se vuelven importantes”, expresó en entrevista con La Razón, Roberto López, productor general de la estación Horizonte 107.9, del Instituto Mexicano de la Radio (IMER).
“Batalló para sobresalir, estuvo en orquestas como la de Harry James y de Tommy Dorsey y, finalmente, decidió hacer su propia música y logró piezas clásicas”, agregó.
Sinatra comenzó su carrera en medio de un mundo trastornado por la Segunda Guerra Mundial, el ambiente lo componían los bares, las estaciones de radio y los amores ocasionales, esos que se ganaba con el carisma que siempre lo caracterizaría.
“Sí hay un antecedente que deja a Sinatra como parteaguas con lo que sucedería con la música y con los cantantes, es que él fue el primero que causa ese efecto en el cual las chicas se alborotaban por verlo, se desmayaban, etcétera. Fue el iniciador de ese grupo de artistas que causaron furor entre las jóvenes”, explicó López.
Su personalidad también le permitió establecer un contacto directo con sus fans. En el mundo del espectáculo de esa época —años 40, 50 y 60— “hubo otros showmen importantes, pero no con tanto peso como Sinatra”, destacó el productor radiofónico.
Y es que La Voz hizo lo que nadie había intentado: “Siempre tuvo una forma de cantar única, hacía que la letra se entendiera más. Antes de él, los cantantes se preocupaban más porque sus notas musicales se escucharan, pero a Sinatra le interesaba que la gente comprendiera lo que estaba cantando”.
El vocalista de “New York, New York” no se limitó al jazz y al swing, cantó bossanova, pop, baladas y otros géneros, asimismo trascendió la música y encontró un buen espacio en el cine. Debutó en 1943 en Un joven de aventura, pero fue 10 años después que su carrera fílmica despegó.
Otro de los campos en los que también se le ha involucrado es en la mafia, esa que manejaba la vida nocturna de las grandes ciudades de EU décadas atrás.
Al respecto, Roberto López dijo: “nunca hubo algo que lo ligara directamente a la mafia. En la película El Padrino, Al Martino, que interpreta el papel de un cantante llamado Johnny Fontane, se retoman ciertas cosas que supuestamente ocurrieron en la carrera de Sinatra, una de ellas es la escena del caballo que le ofrecen al director a película para que lo incluya y éste no quiere aceptar porque ese rol lo catapultaría al éxito, como ocurrió en De aquí a la eternidad”.
Su influencia es innegable: “Todos los cantantes retoman por lo menos un poco de lo que él hizo”, aseguró. Sin embargo, es difícil que alguien vuelva a hacer lo que Ol’ blue eyes consiguió, “otro como él estaría difícil que lo hubiera. Así como en su tiempo hubo sólo un Elvis, también sólo hay un Sinatra”, concluyó.
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