Si ha de ser un disparate, al menos que sea de “chupasangres” y “sobre aviso no hay engaño”, porque si una de las primeras frases que aparecen en la película es “Mornau está devorando a todo el Bronx”, tomando el nombre del legendario director de “Nosferatu” (1922) para señalar a la empresa inmobiliaria que en este caso misteriosamente está comprando gran parte de las propiedades de dicho barrio de Nueva York, ya sabemos que de eso va “Vampiros vs. el Bronx”.
Y es que aquí nos encontramos con una producción que se apunta en la ya algo lejana tradición ochentera con tufo a videoclub, esa en donde, a través de películas de bajo presupuestos como “La Hora del Espanto” (1985) o “Los Muchachos Perdidos” (1987), proyectaban ese sentimiento de incertidumbre propio del adolescente ante el mundo adulto, mezclándolo con cultura pop, terror y toques de humor, para ir conquistando de poco a poco el gusto del gran público.
La receta se aplica al pie de la letra y con toda la honestidad del mundo. Un grupo de chicos que, por accidente, descubren que quienes están adueñándose de todo en realidad son vampiros, los cuales, por supuesto, de inicio se esconden tras una fachada de amabilidad, provocando que sus padres y la policía ya de por sí incrédulos, menos les crean; por lo cual tendrán que arreglársela solos, hasta que todo se descubre.
La historia sin duda es predecible y a la hora de concretar el enfrentamiento final se le va de las manos la ejecución al director Oz Rodriguez —de experiencia más bien televisiva—, pero gracias al carisma de los chicos protagonistas, la ligereza del trayecto, además de la llamativa puesta al día que aprovecha el mosaico multicultural del escenario —entre latinos, afroamericanos y haitianos—, retomando las implicaciones de un entorno marcado por las carencias y la criminalidad, hacen funcionar la propuesta que va más allá de ser sólo una curiosidad, e incluso se da el lujo de incluir un discurso para enfatizar el hecho de que las víctimas y desaparecidos son algo más que números, que tienen nombre, e importan sean del extracto social al que sean.
Se extraña que, tratándose de un producto lleno de referencias al concepto del vampiro en el cine, los cómics y la literatura, no arroje ninguna secuencia realmente memorable en la cuestión musical, pero aún así el soundtrack cumple su cometido de acompañar el relato, en el que de paso se integran de manera muy natural elementos provenientes del mundo de las plataformas digitales y redes sociales, como una blogger que por momentos funciona como narrador involuntario.
Así pues, “Vampiros vs el Bronx”, película de Netflix en la que, por cierto, tiene una pequeña aparición Zoé Saldaña —“Guardianes de la a Galaxia (2014)”—, no engaña a nadie y se convierte en una buena opción para los que buscan mero entretenimiento en esta temporada cercana al Halloween.