La desromantización del amor como herramienta para romper los moldes Hollywoodenses es lo que le permite a Vidas Pasadas ofrecer un acercamiento mucho más genuino a la naturaleza de los sentimientos, haciendo de una historia de encuentros y desencuentros que ya hemos visto en diversas ocasiones algo más humano para la pantalla grande y que no necesariamente conducen al conflicto en forma literal como suele indicarlo la fórmula, sino al vacío que resulta de lo que no se hace, y a la resignación de vivir con la nostalgia a cuestas, esa que se guarda hasta que explota sin aspavientos y como último testimonio de lo irremediable, de eso que ya será para otra época y otro lugar.
Aquí la relación entre dos personas que luego de separarse siendo niños vuelven a entrar en contacto como jóvenes y luego como adultos yendo de un continente a otro, se elabora con una puesta en escena que evita los adornos para recrear mustias atmósferas cotidianas, y una cámara ligera y parsimoniosa que pareciera suspenderse en el tiempo con cada nuevo encuentro, invitando al espectador a no solo ver, sino a observar y comprender las emociones, mientras el relato recorre los lugares comunes otorgándoles un nuevo y profundo sentido acorde a la realidad, con personajes estoicos ante un destino sin complacencias, así como las consecuencias de sus propias desiciones.
Al inicio las secuencias abusan de lo escueto que pareciera dejar los planteamientos en el aire, pero la belleza simple del desarrollo es suficiente para hacer acopio de cierta paciencia, misma que será recompensada cuando cada uno de los apuntes arrojados vayan cayendo en su lugar a través de frases llenas de significado y una sutil melancolía que terminará por inundarlo todo, mientras los personajes se ven sumergidos en situaciones que les llevan a encontrar la fuerza en la honestidad de asumir su vulnerabilidad.
Vidas Pasadas, ópera prima de la realizadora y también dramaturga de ascendencia coreana Celine Song, estrenada en el festival de Cine de Sundance, es una oda al sabor agridulce e intrínseco del romance que va y viene dejando intensos momentos de emociones compartidas que trascienden pese a no consumarse nunca como lo dicta la regla y quedar como una linda pero dolorosa.