Si alguien pensaba que en el cine ya se ha contado lo suficiente sobre las atrocidades del holocausto y que se han agotado los enfoques que pudieran remover los hechos para revelar la naturaleza del odio, basta con darle un necesario vistazo a Zona de Interés realizada por el británico Jonathan Glazer -Under the Skin (2013)-, para darse cuenta cuán equivocado está.
La irreductible corrección visual de una cámara que se estaciona para dejarse inundar por la luz cual si por momentos se quedara pasmada e incrédula al referir las posturas de las imágenes propias del nacionalsocialismo, y la parsimonia del desarrollo que maneja el otrora responsable de la brutal Sexy Beast (2000), son la base de un pálido lienzo por el que van y vienen los personajes embebidos con una arrogancia e indiferencia repugnante, para entregar un relato de aliento contenido, por que esa es la única forma de no sucumbir aquí a los aspavientos propios del melodrama, producto de adentrarse en esos mundos de cínico bienestar que el hombre se construye sobre la amoralidad para así disfrutarlos pese a estar al lado del infierno, uno en el que además en este caso se es partícipe.
Ante este pasaje ubicado durante la Segunda Guerra Mundial y protagonizada por el comandante nazi Rudolf Höss -que fuera juzgando y ejecutado en 1947- y su esposa Hedwig, quienes junto con sus cinco hijos se afanan en sostener su supuesta vida feliz en una casa con jardín; es la mente del público y su capacidad de inferir, la que completa el panorama de crueldad fuera de cuadro empujada por los estímulos sonoros que casi como si fueran murmullos arañan la visión de artificiosa perfección familiar que está atestiguando, misma que cada vez se vuelve más enfermiza cuando el paisaje a la distancia y que se asoma por la ventana es de uno de los lugares donde la podredumbre humana alcanzó su punto de máxima expresión.
Decía el legendario Serguéi Einsestein -El Acorazado Porenkim (1925)-, que la labor del director es capturar con la cámara la atención del espectador y llevarla por los caminos trazados en el guion haciendo énfasis en los puntos clave de lo que se quiere contar para dar forma al trasfondo, en Zona de interés -que retoma muy levemente la novela del mismo nombre escrita por Martin Amis en 2914-, esto se aplica con toda alevosía para ir mas allá de la pantalla y confrontarnos con nosotros mismos, haciendo ineludible el preguntarnos cuanto somos capaces de normalizar de la crueldad y la violencia a nuestro alrededor con tal de sostener nuestra propia versión del ya mencionado bienestar.