Virus trastoca vecindad en la frontera: cambia “el privilegio por riesgo”

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Foto: larazondemexico

Todo cambió en una semana. La vida en Tijuana perdió el dinamismo cotidiano en la línea fronteriza que conecta a esta ciudad de Baja California con Estados Unidos. El paso común de mexicanos por Ped East y Ped West se restringió y ahora está abierto sólo a ciudadanos estadounidenses y a los extranjeros con residencia o con una visa de trabajo “del otro lado”.

Por el contrario, los vecinos de San Diego se volcaron a la ciudad mexicana para comprar artículos de limpieza, desinfectantes (como cloro) principalmente, porque allá ya no hay tras la crisis por el contagio de Covid-19.

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La historia la vive y cuenta a La Razón Enrique Arce, un guerrerense que desde 2006 volteó a ver a la frontera para vivir, primero por trabajo y luego por decisión familiar, y que en 2012 se mudó a Rosarito, Baja California.

Ahora, explica, los turistas con visa no pasan a EU, hay inspecciones secundarias y están detectando ahí a los visitantes; si no tienes visa de trabajo, no pasas.

“Las filas de autos han disminuido, hay 100 u 80 carros, dependiendo de la hora; a veces se ven hasta cinco”, narra, en entrevista telefónica.

Hay mucha cautela entre la gente de Tijuana y Rosarito, ciudades donde ya casi 70 por ciento de los negocios está cerrado, afirma.

Apenas el viernes pasado, él pasó a San Diego; ahora no puede, no sólo por la restricción de Estados Unidos, sino por esa cautela que, dice, todos mantienen al conocer la situación por el coronavirus en Estados Unidos.

“Temor hay en EU, ahí sí, para que veas, porque la mayoría de los markets están cerrados; está en cuestión de cosas de limpieza, latas, carnes, leche, huevos; porque toda la gente está comprando con temor… allá sí los veo con temor; aquí, en Tijuana, la gente se ve normal… inclusive los mercados sobreruedas se siguen poniendo, pero únicamente los que venden verduras, pescados y carnes. Aquí todos los días hay swap meet (establecimiento de varios negocios)”, detalla.

Dentro de la normalidad señala que hay puestos de revisión en Tijuana y Rosarito, “de la Guardia Nacional, Ejército, de policías municipales”, de donde están regresando a la gente a sus casas, pues “aquí mucha gente anda en la calle, anda gente trabajando”.

De “allá para acá”, asegura, no les están pidiendo nada para ingresar.

Con una fotografía muestra cómo en la garita vehicular de Otay, con rumbo a San Diego, hay tres autos por línea, cuando normalmente se forman más de 500 vehículos, asegura. En el cruce sólo están viendo que no lleven en exceso alimentos y bebidas, añade.

La Cámara de Comercio de Otay Mesa, la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza en San Diego formalizaron el cierre temporal del cruce Ped West, en la Garita de San Ysidro, a partir del domingo. Sólo estará en funcionamiento para este tipo de cruces el Ped East, el cual funcionará de manera normal.

La dependencia estadounidense informó que desde el 21 de marzo, en los cruces peatonales hay una reducción de flujo de 70 por ciento, misma cantidad que, estima, cayó en los vehículos. La medida de restricción también se programa para el domingo en el cruce en la Garita de Tecate.

RIESGO SÍ, PERO NO FREAK. “En cuanto a ser una ciudad fronteriza y estar al lado de Estados Unidos, sí se percibe un tanto como riesgo; sí es un pensamiento generalizado, mas la gente no está frikeada por eso, tan simple y tan sencillo porque no cerraron las fronteras. Está abierta para ciudadanos y emigrados”, explica Rosa Isela Molina, madre de familia que sigue trabajando en Tijuana en esta fase 2.

Avecindada en la ciudad fronteriza desde 2009, originaria de Sinaloa, es empleada de una empresa que tiene actividad de primera necesidad, cuyo primer cambio drástico que percibe es que pueda ir a su trabajo en media hora, en una Tijuana con menos tránsito.

Aunque el gobierno de Baja California adelantó la suspensión de clases después del 18 de marzo, para Rosa Isela la nueva dinámica de la ciudad fue muy evidente en la última semana.

“Se siente como un riesgo, aunque sabemos que el riesgo está en todas partes… hay las posibilidades (de contagiarse) en cualquier ciudad del país; la cuestión es cómo te cuidas”, consignó.

Para Rosa Isela y su familia, dividida por la línea fronteriza, esta situación implica dejar de verse, como tradicionalmente lo hacían cada semana.

“Yo tengo familia que está trabajando en San Diego y cruzaba para acá cada fin de semana, pero ahora ya se quedan allá”, lamenta.

El dato: Autoridades iniciaron con la instalación de carpas con camastros en el patio central de la Facultad de Medicina de la UABC, como parte de las medidas preventivas ante el Covid-19.

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