Mientras la pandemia del Covid-19 te obligó a quedarte en casa, los animales salvajes, que notaron tu ausencia en las calles, en las avenidas o en los parques, se dieron cuenta que podían estar ahí; sin embargo, avanzar a las zonas urbanas, que antes eran su hogar, los ha puesto en la línea de peligro.
Cada vez son más constantes los avistamientos de animales salvajes en lugares donde, en una situación distinta a la contingencia sanitaria, sería imposible encontrarlos.
Desde marzo y abril, cuando la Jornada de Sana Distancia se activó, ante el aumento de contagios, y las autoridades suspendieron actividades no esenciales en todo el país, usuarios en redes sociales compartieron varios videos y fotografías de osos, aves, incluso jaguares deambulando cerca, muy cerca de donde habitan los seres humanos.
En Nuevo León, por ejemplo, se hizo común para los habitantes encontrarse con osos negros en la calle o hasta en casas de fraccionamientos, y en las playas del Caribe mexicano, la ausencia de turistas propició que jaguares, cocodrilos y aves exóticas como el hocofaisán deambularan por la franja hotelera.
SIN RUIDO, SIN HUMANOS, SIN CONTAMINACIÓN…
En Tulum, Quintana Roo, durante los días más estrictos del confinamiento, vecinos observaron muy de cerca a un jaguar caminando por la entrada de un hotel que permanecía cerrado por la pandemia.
“Al estar confinada la población, el ruido, el movimiento y la contaminación empiezan a disminuir y animan a las especies a aventurarse en territorios que les hemos quitado", explicó a La Razón Enrique Zepeda, de la organización Conservación de Fauna Silvestre Tulum.
Además, el hecho de que las personas estemos más tiempo en casa, algunas sin mucho qué hacer, permite tener más tiempo para darse cuenta que hay algún animal salvaje, lo que los pone en peligro.
"Pasa mucho con las aves, que chocan con las ventanas en las casas y como la gente está en casa, la ve fácilmente y la reporta. Prácticamente se duplicó la cantidad de denuncias desde que empezó la pandemia", dijo a este medio Alberto Charles, del refugio Fauna Digna.
UNA MUESTRA DEL MUNDO RESILIENTE
Natalia de Gortari, investigadora de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP), explicó en entrevista que la presencia de animales deja ver la resiliencia de la naturaleza, es decir que "las especies están logrando salir debido a que la gente está confinada, así que no todo lo que trajo la pandemia fue malo”.
Lo que habría que hacer es repensar la apropiación de la naturaleza porque gracias a ella subsistimos, pero hay que hacer un manejo de conservación responsable. Sería indispensable repensar cuál será la relación de los seres humanos con la naturaleza una vez llegada la vacuna (contra el Covid-19)Natalia de Gortari/Investigadora
La especialista explicó que con el paso de los meses la línea divisoria entre animales y humanos se ha hecho más tenue por la falta de ruido, contaminación, circulación de automóviles y presencia humana.
Lo podemos ver en la Ciudad de México con las zarigüeyas, ratas o aves que cada vez proliferan más. Yo lo he visto con pájaros carpinteros cerca de donde vivoNatalia de Gortari/Investigadora
MÁS ACCIDENTES
El hecho de no haber tanta gente en los espacios urbanos, como en tiempos de la vieja normalidad, no exenta a las especies salvajes del peligro.
De acuerdo con la organización Conservación de Fauna Silvestre de Tulum, animales como el jaguar, la tortuga marina, el tiburón ballena, el mono araña y los distintos tipos de loros y pericos que habitan las selvas de la Península de Yucatán han sido sorprendidos por una infraestructura humana que les resulta hostil.
"Estos meses, que han sido tan difíciles para el ser humano también han sido un verdadero respiro para el planeta, hemos visto mayor movimiento de fauna pero esto tristemente implica mayor número de atropellamientos en carreteras, ya que no contamos con pasos para animales", señaló Enrique Zepeda, quien captó a una cría de ciervo en riesgo, a la mitad de una vía rápida.
Hemos visto mayor movimiento de fauna pero esto tristemente implica mayor número de atropellamientos en carreteras, ya que no contamos con pasos para animalesEnrique Zepeda/Conservación de Fauna Silvestre
En noviembre pasado, autoridades de Sonora reportaron el fallecimiento de un venado cola blanca que fue rescatado tras ser atropellado en una carretera en Hermosillo. Y en julio, se dio un caso similar en la CDMX, otro ciervo que resultó lesionado en la carretera Picacho-Ajusco, en Tlalpan.
Y LAS RESERVAS, EN CRISIS
El confinamiento también hizo que los turistas desaparecieran de las reservas ecológicas, cuyo sostén depende en gran medida de sus visitas, por lo que decenas de estos centros perdieran recursos para alimentar a los animales que alojan o dar seguimiento en sus actividades de rescate.
Es el caso del campamento tortuguero Mayto, que con apoyo de voluntarios libera cada año a cientos de tortugas en las costas de Jalisco, una actividad que se redujo de manera considerable en el contexto de la pandemia.
Israel Llamas, director del campamento, explicó a La Razón que aunque están localizados en una zona con poca gente y rodeados de pueblos con menos de 200 habitantes —lo que les permitió continuar con sus actividades sin temor a contagios de COVID-19—, la falta de voluntarios los tiene en jaque.
"Una de las actividades que nos caracteriza son los programas de educación ambiental dirigidos principalmente a grupos escolares y en esa parte sí nos afectó de una forma bastante fuerte”, ya que, desde el 21 de marzo pasado, niños, niñas y adolescentes dejaron las aulas, para adoptar un modelo educativo desde casa.
La actividad que teníamos acostumbrada cada año, de protección de nidos y liberación de tortugas, contemplaba la visita de entre 800 o hasta mil 200 estudiantes, y este año se redujo como al 5 por ciento. No llegaron ni 120 personasIsrael Llamas/Director del campamento Mayto
Pese a las dificultades, para decenas de campamentos dedicados a la noble labor de liberar tortugas, a lo largo de la temporada que va de mayo a noviembre, se reportaron algunos casos de éxito, como la liberación de 110 tortugas lora en las costas de Tamaulipas, el pasado 18 de mayo, la primera a gran escala durante la pandemia.
En noviembre, la Marina liberó 75 crías de tortuga golfina en las playas de Guerrero, y en Cancún, la pandemia permitió la mayor anidación de tortugas de los últimos 26 años. De acuerdo con el gobierno municipal de Benito Juárez, donde se encuentra ese paraíso turístico, entre marzo y noviembre se resguardaron un millón 324 mil 96 huevos de tortuga de al menos cuatro especies.