Los constantes enfrentamientos entre los grupos delincuenciales Los Tlacos y Los Ardillos en el municipio de Chilpancingo, Guerrero, han generado un panorama de miedo entre la población.
Estos dos grupos se pelean el control de los negocios ilícitos como la extorsión, trata de personas, venta de droga, control del transporte público y secuestros en la capital del estado y algunos municipios vecinos.
Sin embargo, desde el año pasado la intención de expandirse y ampliar sus ganancias llevó a estas bandas a buscar otras formas de hacerse de recursos, como involucrarse directamente en el comercio de productos básicos.
A mediados de junio del 2022 se generó la llamada “guerra del pollo”, en la que hubo asesinatos de comerciantes de este giro para imponer los precios del producto y controlar a los proveedores, lo que generó un desabasto de este alimento.
En su momento, el obispo Salvador Rangel mencionó que Los Tlacos entraron a Chilpancingo en el 2020 y desde su irrupción han agredido a la población y se han dedicado a cobrar derecho de piso, sin que ninguna autoridad los enfrente.
Apenas el pasado mes de febrero integrantes de este grupo incendiaron diversos negocios porque sus dueños se negaron a pagar extorsión, y han hecho intentos por controlar el precio de la tortilla en ese municipio.
Ante esta ola de ataques a diversos giros comerciales, muchos propietarios han preferido cerrar sus negocios y dedicarse a otra cosa a fin de evitar ser víctimas de los delincuentes.
Los Tlacos declararon la guerra a Los Ardillos a inicios del mes pasado con la quema de taxis, en una disputa por el control de todo el transporte público en Chilpancingo.
Esta disputa llevó al asesinato de cinco taxistas el pasado sábado.