Testimonios

Proliferan en Naucalpan antros... y los abusos contra la clientela

Han abierto en pocos meses más bares y cantinas; tan sólo en el centro del municipio, a cargo de Angélica Moya, hay 14; obligan a pagar propina con amenazas o golpizas; un joven perdió así un ojo el fin de semana

El antro El Cervecero, en el centro, fue montado sobre lo que antes fue una casa particular. Foto: Especial

El pasado fin de semana, un joven fue con su novia y unos amigos al antro La Perdición, ubicado en la colonia Santa Cruz Acatlán del municipio de Naucalpan y, por no dar propina, todos sus acompañantes fueron golpeados, pero el joven llevó la peor parte, pues perdió un ojo.

Este testimonio fue compartido a La Razón por un amigo cercano de la víctima, quien pidió mantener en reserva la identidad de ambos por miedo a represalias, y porque él es mesero de otro bar de la demarcación, en donde las propinas también son “obligatorias”.

La Perdición es un lugar muy visitado por estudiantes de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Acatlán, varios de los cuales han sufrido abusos de todo tipo por parte del personal.

Por tal motivo, en este regreso a clases los alumnos se organizaron para que, en caso de que decidan ir a ese antro, lo hagan estrictamente en grupos grandes, para evitar las agresiones.

En los últimos meses han proliferado los bares y las cantinas en Naucalpan, al grado de que tan sólo en el centro del municipio hay 14, a muchos de los cuales los vecinos de la zona se refieren como “tugurios”.

El pasado 6 de agosto, el empresario capitalino Íñigo Arenas perdió la vida en el interior del bar Black Royce, de Periférico, debido a que empleados del establecimiento le suministraron una sustancia tóxica a través de su bebida.

Antes, Iñigo había sido víctima de otro tipo de abuso, pues el capitán de meseros ordenó que se le cobraran cuatro botellas de vino a un precio exorbitante de diez mil pesos cada una.

En la FES Acatlán hay anuncios para invitar a los estudiantes a acudir a divertirse al bar La Perdición.

El mesero entrevistado por este medio, quien conoce a la perfección el ambiente nocturno de Naucalpan, mencionó que seguramente la idea era robarle sus pertenencias al empresario, algo común en los centros nocturnos del municipio, pero “se les pasó la mano”.

Mencionó que en este y en el resto de antros de la demarcación gobernada por la panista Angélica Moya Marín, la propina es obligatoria, aunque hay distintas formas de cobrarla, ya sea por la buena o por la mala.

Y comentó: “Aquí en el centro de Naucalpan la propina mínima es del 10 por ciento, y es obligatoria, mientras que en lugares como Satélite y Lomas Verdes la propina es del 30 por ciento o más, dependiendo del establecimiento”.

Continuó: “¿Qué pasa cuando como consumidor decides no dejar propina? En el mejor de los casos, a base de intimidación te obligan a pagar, ya que al ver a varios empleados y miembros de seguridad a tu alrededor te sientes inseguro y por miedo, pagas. Y si no, el siguiente paso son los golpes”.

Otro mesero consultado refirió que en algunos bares se maneja una propina colectiva, es decir, que con todo lo que entre por ese concepto se forma un fondo, que controla el gerente, y que al final de la jornada se reparte por igual entre todos, incluidos los cantineros.

Si un cliente no deja propina todos los empleados se ven afectados y por eso todos intervienen en presionar a los parroquianos, cuando es necesario.

Molestia compartida

Entre los bares y antros más populares del centro de Naucalpan se encuentran La Terraza, Las Mulas, Mi Lupita, La Cabaña, Los Flamencos y Mérida, por mencionar algunos. Varios de ellos fueron montados en en la planta baja o en dos pisos de lo que a primera vista parecen o eran casas particulares.

Los vecinos de la zona manifestaron su inconformidad por el ruido y la inseguridad que estos lugares traen consigo y dijeron tener dudas de que cumplan con la normatividad para operar.

“Lo que pasa es que al haber tantos bares aquí, vienen personas de muchos lugares; y ya cuando salen tomados, uno no sabe, algunos para seguir tomando se ponen a asaltar hasta a los mismos carros que hay afuera”, dijo Gabriela Ramírez.

Otra vecina expresó: “Yo estoy de acuerdo en que abran negocios para sobrevivir, pues todos tenemos necesidad; el problema es que cuando salen muy tomados hacen desfiguros y si no, se están peleando o se están orinando en la vía pública y uno como vecino tiene que tomar la decisión de mejor ya no salir en la noche, para evitar conflictos”.

Juan Ramón, habitante del lugar, señaló: “El municipio permite que cada vez haya más bares y tugurios por la cantidad de dinero que cobran para dejarlos funcionar, cuando a veces los lugares no tienen ni los permisos necesarios”.