La formalización del presupuesto constitucional para la universidad de Guadalajara, que dotará a la institución de un presupuesto constitucional que garantizará a partir de 2025 de los recursos suficientes a la institución para sus labores educativas, marcará un antes y un después en la relación Gobierno de Jalisco-Universidad de Guadalajara y es un hito histórico para el gobernador Enrique Alfaro que sacó adelante su apuesta más importante del sexenio.
Los efectos de la firma son a dos bandas. Por una parte, la firma del decreto del Gobernador, en el mismo escritorio que usó Prisciliano Sánchez y debajo del mural de José Clemente Orozco en Palacio de Gobierno, fue representativa de que el gobernador sacó adelante su apuesta más importante: reorientar a la universidad a su función más importante , la educativa, y quitarle restos a su perfil político y de grupo de presión.
Ese de fondo, fue el origen y el fondo del conflicto entre Enrique Alfaro y Raúl Padilla. Mientras el primero siempre consideró a la universidad como un espacio que debía privilegiar lo educativo, la libertad de cátedra, el histórico cacique universitario durante más de 30 años, la universidad fue un grupo de interés más, un espacio de grilla para ocupar espacios de poder a todos los niveles de gobierno.
El gobernador no escatimó ayer buenas palabras para Raúl Padilla, lo reconoció por su trabajo, inteligencia y voluntad para transformar y modernizar la universidad, pero reiteró que de fondo no coincidían en muchas cosas.
El ciclo se cerró y comienza de nuevo otro. Primero para la universidad. Contar con un presupuesto constitucional le da certeza de cara al futuro, le permite enfocar sus esfuerzos en mejorar su estructura educativa, construir planteles que permitan un ingreso mayor de alumnos. Para el Gobernador esto representa dormir con la certeza de que el tiempo puso las cosas en su lugar, y su apuesta de regresar a la universidad a sus actividades sustantivas, salió bien.
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FGR
