Entre los meses de mayo y junio de este año, los habitantes de al menos siete municipios de la Zona Metropolitana de Monterrey sufrieron una grave crisis de abasto de agua, derivada de la sequía que azotó a varias regiones del norte del país.
Desde el 2021 ya se había advertido que las dos principales presas que abastecen al estado de Nuevo León, Cerro Prieto y La Boca, tenían muy bajos niveles, situación que se acrecentó con la sequía de este año.
Cuando el agua empezó a escasear, las autoridades de Monterrey y de municipios conurbados tomaron la medida de aumentar las tarifas de consumo y controlar el suministro al grado de establecer un horario de sólo seis horas por la mañana para permitir el flujo del líquido.
Hubo protestas y reclamos, sobre todo hacia el gobernador del estado, Samuel García, quien en principio respondió que él no era el responsable, pues el control del abasto correspondía a los gobiernos municipales, pero luego se dio a la tarea de enfrentar la crisis.
La situación llegó al extremo de que en algunas colonias de los municipios conurbados la gente invadió deportivos para extraer el agua de las albercas y se presentaron peleas a golpes entre vecinos por la disputa de los lugares para recibir líquido de las pipas.
Ante la incapacidad de las autoridades municipales para resolver el problema, el Gobierno estatal buscó varias alternativas para enfrentar la crisis, hasta que ésta finalmente fue superada.