Conocido como “el jardín junto al océano” por sus costas escarpadas y amplias áreas naturales, Portugal, ubicado en el extremo más occidental de la península ibérica, atrae anualmente a millones de turistas que buscan recorrer sus históricas ciudades o sumergirse en su encanto rural y tradicional.
En la capital y metrópoli más poblada, Lisboa, la vista desde los miradores es sobrecogedora y los atardeceres que caen sobre los tejados rojos característicos de la ciudad le confieren un aire suntuoso.
Junto al Castillo de San Jorge, el parque Eduardo VII y la Catedral, uno de los sitios que no te puedes perder es el Monasterio de los Jerónimos y la Torre de Belém, antiguo baluarte defensivo hoy convertido en un faro con una formidable iluminación.
La urbe celebra cada año fiestas tradicionales, como la de San Antonio, en junio, cuando turistas y locales buscan una pareja para que el santo bendiga su unión. Otro de los festivales importantes es el carnaval de febrero, donde desfilan carros alegóricos, malabaristas y enmascarados por las calles.
Al norte del país, destaca entre las aguas cálidas del Atlántico una de las ciudades más antiguas y bellas de Portugal: Oporto. Su centro histórico, Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, resalta por su buen estado de conservación y por las casas que despuntan entre escarpadas pendientes escalonadas.
El lugar, que dio nombre al país y al famoso vino oporto, congrega una innumerable cantidad de edificios e iglesias tapizados de azulejos de todos colores y formas. Entre los atractivos más visitados están la Torre de los Clérigos, la Casa de Música y el puente Don Luis I.
La cocina lusa en esta región está llena de sabores fuertes y de influencia mediterránea, asiática y hasta africana. Algunos de los platillos que no te puedes perder en tu visita son el caldo verde, la Francesinha de Oporto, el bacalao dorado y los tradicionales pasteles de Belém.
La aventura no termina en las grandes ciudades, pues Portugal tiene importantes atractivos naturales y rurales. En la región vitivinícola del Alto Duero se cultivaba la vid desde tiempos de la Antigua Roma y hoy en día aún se respetan los procesos ancestrales de fabricación de vino.
Numerosos poblados y villas repartidos en el interior del país europeo llaman la atención por sus cascos antiguos amurallados y la tranquilidad que se respira en los alrededores. Óbidos, Monsaraz y Monsanto son perfectos para pasar unas vacaciones de ensueño.
Las extensiones de bosques primarios en Madeira y los acantilados de la montaña del Pico, en las Azores, guardan una extraordinaria diversidad de especies animales, varias de ellas endémicas, y son ejemplo de la sorprendente variedad de ecosistemas que resguarda el país luso.
Centro histórico de Guimaraes
Considerada cuna de la nación, tiene uno de los castillos mejor conservados del país. Fue la primera capital del reino y lugar de nacimiento de la lengua portuguesa.
Monasterio de Batalha
Obra maestra del gótico manuelino portugués, destaca por sus detalles arquitectónicos: frontones, contrafuertes y arcos apuntados. Aquí hay un monumento que honra a los soldados caídos de la Primera Guerra Mundial.
Paisaje Cultural de Sintra
Era la residencia estival de los antiguos monarcas de la región. Cuenta con varias quintas nobles, jardines y palacios que datan del siglo VIII.
Torre de Belém
Erigida entre 1515 y 1521 como baluarte defensivo, actualmente es uno de los monumentos más reconocidos de Lisboa, pues está ubicado en la desembocadura Del Río Tajo.
Centro histórico de Évora
Cuenta con monumentos romanos y de herencia árabe. Su plaza principal es una de las más antiguas de la península ibérica. Su catedral, la de Santa María, data del siglo XIII.
Paisaje vitivinícola de Isla de Pico
Ubicada en las islas Azores, los pobladores construyeron aquí muros de piedra que funcionan para el cultivo de la vid, tradición introducida en estas tierras por los franciscanos y carmelitas en el siglo XVI.