Expertos mexicanos publicaron hace unos meses un artículo en la revista Nature Communications en el que documentaron que los terremotos registrados en México de 2014 a 2017, con magnitud superior a 7 grados, han sido precedidos por la ocurrencia de un sismo lento, lo que sugiere que hay una interacción importante entre ellos. Aunque el estudio aclara que estos datos no son suficientes para garantizar la ruptura de un movimiento mayor, los hallazgos son ofrecen pistas para determinar la relación que hay entre un sismo fuerte y un terremoto. Otro objeto de estudio es la brecha de Guerrero, en la que según científicos, no había tenido actividad importante en los últimos 100 años y se sospecha que el movimiento telúrico registrado el pasado 7 de septiembre proviene de esta zona, por lo que sería el primer sismo de gran intensidad detectado en la región después de más de 100 años y aún no se sabe si éste tuvo un sismo lento que lo precedió.