El día en que cayó El Rey

Fueron los últimos minutos en libertad de Jesús Zambada y de su papá, El Rey. Así los relató ante el Ministerio Público el joven que tenía 21 años:

Dos hombres pasaron en un auto Meriva blanco por él. Estaba en una librería de avenida Politécnico y lo llevaron a una casa en Lindavista. Ahí estaba El Rey en el estacionamiento.

Eran las 13:00 horas del 20 de octubre de 2008. Sergio Cázares Zambada, primo de Jesús, y El Greñas lo llevaron hasta esa casa.

Cuando entró su papá platicaba con otros cuatro hombres. Dos de ellos eran elementos de la entonces AFI. Eran El Greñas y El Ulises, recordó él.

Hablaban del cateo en el que días antes habían participado los federales en una casa del Desierto de los Leones.

Jesús Zambada no podía interrumpir. Pero un grito de El Ulises la cortó: “¡Allá afuera hay gente armada!”

Los colaboradores del Rey se asomaron por las orillas de la puerta. “Sí están, ahí están ahí”, dijo uno de ellos al tiempo en que abrió el portón y los señaló.

“Mi papá, El Richard y El Pelón nos subimos a un Passat blindado… íbamos a salir por el portón pero estaba atravesada una camioneta”.

—¿Les aviento la granada? —preguntó El Richard.

—No —respondió El Rey.

Al verse copados, Jesús Zambada y su papá se escondieron bajo unos tinacos.

Desde la calle les disparaban los federales y policías del DF. El Rey llamó a Bayardo para pedirle ayuda. Pero no llegó.

Jesús Zambada tomó su celular y llamó a su esposa: “Mi amor, ojalá me hubiera quedado contigo y con mis hijos. ¡Valió madres esto ya! Vete para allá”.

Un helicóptero policiaco volaba sobre ellos. Desde ahí les dispararon.

—Tírate al suelo —le gritaron.

—No vengo armado —respondió.

Cuando hacía esto, vio como otros policías desarmaban a su papá y lo ponían contra el piso. Estaban detenidos.

agp

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