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México.- Orgullosos universitarios, compañeros invaluables, estudiantes dedicados e hijos comprometidos con sus padres, así eran Axel, Blanca, Tabo, Daniela y Fernanda quienes el jueves perdieron la vida a causa de la imprudencia de un chofer de trailer que les impidió llegar a una práctica en Michoacán y convertirse en economistas.
Axel Humberto Escalona, tenía dos pasiones: la música y su hermano de cuatro años de quien se hacía llamar "su padre". A pesar de la insistencia de su madre, Sonia Islas, para que estudiara medicina, su hijo siempre amó Economía, en donde veía una oportunidad para superarse y servir a su país.
"Vas a ver mamá, te prometo que cuando termine la carrera te voy tres cosas: tu casa, una carrera a mi hermano y te voy a pagar los mejores doctores para que te sientas mejor de la diabetes", decía el joven de 20 años.
En tanto, aún siendo una niña, Blanca Hernández, siempre dijo, que si no estudiaba en la máxima casa de estudios simplemente no deseaba otra institución y no le importaba que pasaran los años, ella siempre seguiría intentando ser parte de la UNAM. No pasó mucho tiempo. Uno de los mejores momentos de su vida, cuenta su prima Carmen, fue el día que se enteró que ya era parte de la máxima casa de estudios, al quedarse en el nivel medio superior en el CCH-Azcapotzalco.
"Ella era una excelente alumna, incluso sus hermanos siempre le decían a su papá que la pusiera a estudiar, -¿Cómo?-decía él, -sí ya es una alumna de diez-", indica Carmen, al describir a su prima como una persona amable y sencilla.
Para sus amigos, "Tabo", como le decían a Gilberto Octavio Barrios, tenía un grado de responsabilidad inusual en un joven de su edad, 19 años.
"Prácticamente nos jalaba a estudiar, decía que primero era la escuela, en algunas ocasiones nos buscaba hasta en las canchas para terminar con los trabajos pendientes, era el más responsable, siempre cumplía con todo y quería que sus compañeros no nos quedáramos atrás", afirma Javier luego de salir de la funeraria de Félix Cuevas.
De Daniela Barcenas y María Fernanda Alvarado, las recuerdan "inseparables", eran las mejores amigas, siempre unidas, no aparecía una sin la otra, eran hermanas de tiempo y de sueños, cuenta Natalia, compañera de la carrera.
Ambas compartían su pasión por el fútbol, su equipo eran los Pumas y sufrían con pesar las derrotas; pero un triunfo bastaba para hacerlas felices toda la semana.
"Querían servir a su país, para eso se preparaban, sabían que a través de la Economía lograrían encontrar buenos empleos y le regresarían a la universidad algo de lo que les había dado ", cuenta Natalia.
Fernanda no soportaba ver a sus amigos tristes y Daniela sonreía a la menor provocación, así son recordadas entre sus compañeros que a partir de hoy ya no las verán iniciar la semana de clases.