Luego del sismo del jueves pasado, Juchitán se abre paso de entre la adversidad en medio de cientos de casas derrumbadas y comienza a llegar los vivieres, atención médica y remoción de escombros. Pero no sólo es por autoridades estatales o federales, sino la misma población sale a tender la mano a los damnificados.
El señor Javier Pérez López, un juchiteco que habita en la octava sección y que no sufrió daño en su casa, decidió salir a las calles junto con su familia para ofrecer comida a quienes perdieron su hogar.
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Cuenta que es una forma de dar la mano y mandar una señal de que no están solos.
A unas cuadras, afuera de la iglesia de San Vicente, el templo principal del municipio y el cual quedó con daños graves, también el mensaje es de unión y ayuda. Aún sin poder entrar al templo, las misas continúan junto a la escuela Juchitán que también quedó destruida.
La última actualización del gobierno estatal señala que hay ya 71 muertos en Oaxaca. Aunque muchas familias viven sobre las banquetas afuera de sus hogares, cuentan que lo hacen para mantenerse unidos y seguir adelante.
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Mientras cientos de comercios permanecen cerrados, algunos tratan de limpiar los productos que lograron salvar y reactivar el comercio. Entre puestos derribados junto al mercado principal, los vendedores de pescado, frutas y queso volvieron a ofertar sus productos.
Luego de que la falta de electricidad obligó a las tortillerías a cerrar, este domingo volvieron a dar servicio, aunque establecieron una restricción de dos kilogramos por persona para evitar que alguien acapare este alimento y alcance para la mayor cantidad de familias.
El hospital general también colapsó ante el temblor, por lo que la escuela IESIT, una preparatoria privada, fue acondicionada como centro de ayuda temporal.
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En las calles se escucha el pasar de los camiones que anuncian la llegada de ayuda. “No están solos” dice una voz grabada que es emitida en perifoneo con los puntos donde hay atención médica.
srv
