Maia y Luna son dos perros hembra de raza labrador que participaron en las labores de rescate en la Ciudad de México, tras el sismo del pasado 19 de septiembre de magnitud 7.1.
Maia es una perra color arena que tiene de 2.5 años de edad, pero que ha sido entrenada desde los dos meses de nacida para las labores de Búsqueda y Rescate, y con el sismo del pasado 19 de septiembre tuvo su primera intervención en una contingencia para una búsqueda real.
Maia es manejada por Juan Gutiérrez Álvarez, coordinador del área de Perros de Búsqueda y Rescate de la Cruz Roja delegación Puebla, quien en entrevista con Notimex relató su experiencia tras participar por primera vez en una contingencia real por sismo.
A los perros los entrenan de dos a tres días a la semana, en ocasiones trabajan todos los días con el propósito de tener siempre en entrenamiento al binomio. Además se les hacen pruebas para saber si pueden ser seleccionados o no para ser perros de trabajo, en este caso, en labores de búsqueda y rescate.
Los perros están en posesión de cada uno de sus manejadores, y en casa son atendidos como mascotas pero al ser perros de trabajo reciben un entrenamiento constante para estar siempre listos en el momento que se requiera.
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Una vez que ocurrió el sismo del pasado 19 de septiembre, él junto con el binomio Maia realizaron diversas labores de apoyo y auxilio en la ciudad de Puebla y fue por la noche que fueron asignados para apoyar en las labores de rescate en la Ciudad de México.
En la capital del país los rescatistas poblanos apoyaron a la Unidad Nacional de Intervenciones Rápidas (UNIR), quienes se encargaron de las labores de rescate en el Colegio Enrique Rébsamen, y quienes con el apoyo de los binomios lograron el rescate de la primer víctima a los 50 minutos de intervención, y después del primer marcaje, 33 horas después se hace el rescate de tres víctimas más.
Los binomios poblanos fueron cambiando de sede de acuerdo a las disposiciones del gobierno de la Ciudad de México, como el caso de Ángel Daniel Hernández López, paramédico de Cruz Roja y participante en la especialidad de Búsqueda y Rescate junto con Luna.
“Luna era una mascota, no era un perro de trabajo. Al principio creció como la hierba porque no tenía quien la educara, o le enseñara algo. Recuerdo que una vez hasta arrancó el retrovisor del coche de mi mamá porque era muy traviesa, muy inquieta y con mucha energía”, dijo Daniel al referirse a la perra labrador color negro.
Daniel después de vivir en Cancún regresó a Puebla y se hizo cargo del entrenamiento de Luna, experiencia que tenía porque entrenaba mamíferos en Playa del Carmen.
Cuando incursionó como paramédico en la Cruz Roja de Puebla se dio cuenta que hay un área de Perros de Búsqueda y Rescate, y es ahí cuando decide involucrar a Luna, que hoy está por cumplir un año de entrenamiento en dicha especialidad, tareas que no se le dificultaron aprender porque ya tenía un trabajo previo.
Luna, antes de viajar a la Ciudad de México participó en el simulacro de sismo que se desarrolló en la Secretaría de Finanzas del estado, después se concentró en las instalaciones de la Cruz Roja y ahí fue donde el binomio sintió el temblor, por lo que acudieron a la Escuela de Enfermería para apoyar a la comunidad.
En el templo de San Francisco, en las inmediaciones de la 14 Oriente y Boulevard 5 de Mayo, hicieron labores de primeros auxilios y posteriormente realizaron un recorrido por las calles de la ciudad a bordo del vehículo especial para perros de búsqueda y rescate.
Después Luna, junto con Maia, fue requerida en la Ciudad de México donde participó en el rescate del edificio de Tlalpan.
“Siempre procedemos con protocolos de seguridad porque la seguridad es lo más importante para el binomio y para el rescatista. Además, los trabajos de los binomios son por periodos, en el caso de Luna intervenía durante un periodo de 10 minutos y después de iba a descanso hasta que volvían a llamarla”, comentó.
También indicó que “los perros jamás llegan a estar fatigados, se llevan en transportadoras para que descansen y éstas mismas se le sirvan para atajarse del sol y tener un espacio cómodo”.
Luna es tímida, con un poco de miedo, pero a decir de su manejador Daniel, el trabajo que hizo en la Ciudad de México le ha dado más seguridad, y ahora convive con más personas en la delegación de la Cruz Roja.
Ambos perros seguirán en servicio mientras sus condiciones físicas así se los permitan. Como todo ser vivo adulto, sus reflejos no son los mismos, su condición física no es la misma y esos son factores que los pueden poner en una situación de riesgo, entonces es cuando se debe decidir en retirarlos.
En el caso de Luna, Daniel estima tenerla un año más en activo y después retirarla para ser una mascota y dejar de ser un perro de trabajo.
Daniel Hernández indicó que para los binomios se trata de una actividad positiva, de recreación, tal vez ellos no se dan cuenta que es una situación de desastre y acuden como si realizaran una actividad más, un entrenamiento más y que por ello son recompensados.
Las recompensas son un agrazo, un apapacho, un estímulo, la comida o la entrega de un juguete para que no se aburran del trabajo.
Por anterior sugirió que cuando la gente vea un perro de búsqueda y rescate; como todo mundo quiere abrazarlo y tomarse la foto, primero pregunten al manejador o dueño si se puede tocar o no, porque el entrenamiento es a base de recompensas, y abrazarlo o tocarlo es una recompensa.
“Entonces, si tú le pagas antes de que trabaje, ya no quiere trabajar porque ya recibió las caricias, el cariño, la recompensa”, dijo.
De igual manera Juan y Daniel recordaron que los perros son seres vivos, no son juguetes, no son perros que deban ponerse de moda, son seres vivos que son demandantes, deben estar ejercitados, demandan tiempo y que reciben entrenamiento.
“No adopten un labrador pensando que serán como los perros de rescate. Requieren tiempo, mucha inversión y mucha disponibilidad. Tampoco se dejen llevar mucho por lo que ven en redes sociales, porque no hay nada más cruel que tratar a un perro como si no fuera un perro”, manifestó Daniel.
“Mucha gente los quiere tratar como niños, como bebés, como sus hijos, cuando los perros tienen sus propias necesidades y maneras de vivir. Como seres humanos los proveeremos de los mejores cuidados y atenciones pero siempre y cuando no los humanicemos, eso se llama antropomorfizarlos”, expresó.
jmg