El pasado de 28 agosto, un chavo de 15 años llamado Jerónimo Zarco escribió en su cuenta de Twitter: ‘Agradezco que Gustavo Díaz Ordaz y Luis Echeverría, un día como hoy pero de hace 50 años, lo hayan metido a la cárcel, porque si no... segurísimo hubiera estado en Tlatelolco y a lo mejor no hubiera nacido yo. Yo estoy muy orgulloso de mi abuelo’. “¡Lo lees y te emocionas, eh!”.
Así, informal, arranca una conversación que afortunadamente nunca alcanza a convertirse en entrevista, con el sinaloense Salvador Martínez della Rocca ‘El Pino’, uno de los ya míticos líderes del Movimiento del 68... uno de los más visibles. Y con más luces.
Ahora tiene 72. Vive con sencillez en Cuernavaca. Viste sus eternas botas y un chaleco caqui de reportero de guerra. Sin egos colgados en las paredes... acaso un par: en una imagen, él como estudiante de la secundaria Ignacio Manuel Altamirano en su natal Mochis, mostrándole un trabajo escolar al entonces Secretario de Educación, Jaime Torres Bodet. En la otra, su hija Rosaura Martínez Ruiz ataviada en una camiseta que dice ‘Nos faltan 43’, de cara a Enrique Peña Nieto, mientras éste le entrega el Premio Nacional de Ciencias y Tecnología: “¡Mi chicuela hermosa!”
Sólo hay libros... si estos tuvieran un valor para la PGR, ciertamente lo podrían acusar de riqueza inexplicable. Tiene armas para atacar cualquier tema. Puede hacer un balance del 68 a partir de la Teoría de la Evolución de Darwin: “Si el Homo Sappiens no hubiera existido, nosotros tampoco. Sin el 68, muchas cosas que han evolucionado de entonces para acá, tampoco.
[caption id="attachment_807429" align="alignright" width="358"] Foto: Especial[/caption]
En todas las marchas del 68 se gritaban demandas que se fueron transformando en libertades; la gente gritaba ‘¡prensa vendida!’... quería decir ‘queremos libertad de prensa’. En esa época si tú me hubieras hecho una entrevista como ésta, al menos te hubiera costado la chamba. Fíjate bien lo que dije, al menos. Los niveles autoritarios de Díaz Ordaz eran impresionantes.”
Sin ser el director cinematográfico Jorge Fons (Rojo amanecer), ‘El Pino’ tiene muy clara su propia película: “El 68 fue derrotado el 2 de octubre, miliarmente. No políticamente. No ganamos un sólo punto del pliego petitorio.”
Da una bocanada al tabaco, recapitula cómo poco a poco, años después, el mismo gobierno fue recogiendo las demandas. Modificaron el Código Penal y liberaron a los presos: “Salió Demetrio Vallejo, salió Valentín Campa... que eran los presos por antonomasia. Poco después salí yo con un grupo de compañeros”.
"Fui la primera generación que cayó en la cárcel, propiamente del movimiento… todos los pinches vagos estábamos en la crujía C, que era la de delitos sexuales. Hubo cosas muy cabronas: la peor, que me tocara la matanza del 2 de octubre encarcelado, que no sepas si mataron a tu mamá, a tus hermanos, a tus cuates. Fue terrible, terrible"
Salvador Martínez della Rocca
Exlíder estudiantil
El hombre va desmenuzando que las libertades democráticas son cuestión de épocas: “En 1988, cuando el fraude contra Cuauhtémoc Cárdenas, nació una lucha por el respeto al voto.
Y muchos años después, como asambleísta del Distrito Federal, propuse lo que empezó como la Sociedad de Convivencia para que los homosexuales, pudieran vivir juntos y que luego derivó en que se casaran y pudieran adoptar; ¿por qué?, porque desde el 68 comenzamos a luchar por esas libertades... recuerdo en ese entonces a Marcela Lagarde, quien hizo una manta que decía: ‘La virginidad causa cáncer. Pasa a vacunarte’; y todo mundo decía: ¡yo soy enfermero! Lo que esa manta decía era ‘queremos libertad sexual’”.
Va desgranando una larga lista adicional de esas libertades hoy vigentes: religiosas, ideológicas, partidarias, de expresión de equidad para las mujeres... tenemos un México diferente, y todo eso tiene en alguna medida su origen en el 68”.
Puede intuirse que está satisfecho, pero no conforme: “En cada época surgirán nuevas demandas y siempre hay que estar peleando por ellas”. Saca entonces una foto de la cartera. Es él de niño. Con los puños cerrados.
No es fácil para él hablar de los, exactamente “dos años, seis meses y nueve días exactos en el Palacio Negro de Lecumberri... entré a las 4 de la tarde, salí a las 4 de la tarde”. Otra bocanada: “Yo fui la primera generación que cayó en la cárcel, propiamente del movimiento. Yo y 10 más.” Ahí se encontraría con el académico y activista Heberto Castillo, con el filósofo Elí de Gortari o con el escritor José Revueltas (que en esas crujías escribió ‘El apando’); estaban en el sector ‘M’, que era el de presos políticos.
[caption id="attachment_807419" align="alignright" width="311"] Recuerdo constante. "El Pino" guarda esta fotografía de él cuando era niño, desafiante, con una guardia de box, para recordarse que hay que luchar. Foto: Especial[/caption]
“Todos los pinches vagos estábamos en la C, que era el área de delitos sexuales; ahí me tocó a mí y a todo el Consejo Nacional de Huelga: Raúl Álvarez Garín, Luis González de Alba, Gilberto Guevara Niebla, Félix Lucio Hernández Gamundi, Eduardo Valle “El Búho” y varios más”. Recuerda que el más joven de todos, Luis E. Gómez, quien representaba a la prevocacional 2 de Tacubaya, se salvó. Nada más porque era menor de edad. “Tenía 15 años”.
“Hubo cosas en prisión para mí muy cabronas: la peor, que me tocara la matanza del 2 de octubre encarcelado, que no sepas si mataron a tu mamá, que nos sepas si mataron a tus hermanos, que no sepas si mataron a tus cuates, es terrible, terrible, terrible... no tanto que me hayan metido a la cárcel: yo ya sabia en lo que andaba. Y me dije: ¿Te lo buscaste, no? Pero por la vía democrática.”
Sobre lo ahí vivido, lo asume explicando que Kierkegaard y Víctor Hugo le enseñaron que “la melancolía es la felicidad de la tristeza. El triste no puede hacer nada. El melancólico puede organizar un movimiento político. Y la mayoría de los melancólicos del 68 no estamos tristes.
De lo demás ya ha hablado... de su participación en el derrocamiento en el 66 del rector Ignacio Chávez: “Era un cardiólogo muy prestigiado en todo el mundo... pero la Universidad no padecía del corazón”. Había creado un Cuerpo de Vigilancia comandado por un tal Araiza, que entonces no halconeaba narcomenudistas o porros; entonces reprimía a los estudiantes.
Luego habla con admiración de la llegada de Barros Sierra y los cineclubes con películas prohibidas en la Facultad de Arquitectura y en general de una apertura de la atmósfera cultural... y del día que desafió a Díaz Ordaz izando la bandera a media asta en la explanada de rectoría, tras el bazucazo de la Prepa 1; y de la marcha que encabezó con lo estudiantes. Los formó como una generación a los que les decía: “Viva la discrepancia, que es el espíritu de la Universidad”.
De lo actual, habla poco... pero va a lo va: a los porros que tienen el Auditorio Ché Guevara de Filosofía y Letras, “hay que sacarlos a la chingada y empezar a pasar películas. Ha faltado voluntad universitaria y defender la autonomía universitaria” Y sobre esta última es tajante: “La autonomía no es extraterritorialidad.” Punto.
Sobre la más reciente crisis de la UNAM: “Estos chicos reivindicaron mucho al 68, no los golpeadores... los golpeados”.
Sobre Enrique Graue: “Apenas va empezando... en este movimiento se ha portado decente, no ha mandado reprimir, se ha reunido con ellos, ha ido a donde están los conflictos y es un rector que entró sin ninguna experiencia política. Él es oftalmólogo... era el que me iba a operar las cataratas.”
[caption id="attachment_807428" align="alignleft" width="420"] Foto: Especial[/caption]
Sobre Andrés Manuel López Obrador: “Si cumple el 10% de lo que ha prometido, será un presidente extraordinario; propone cosas que son completamente justas pero yo no sé si va a haber dinero para eso. Si lo logra va a hacer un cambio ‘muy sesentayochero’”
Sobre la izquierda: “Para ser gente de izquierda teníamos que estudiar. No somos productos del dedazo. Teníamos que estudiar a Marx a Engels, la Dialéctica de la Naturaleza, a Lenin y luego después a Gramsci y luego a los frankfurtianos. Muchos de los que ahora de auto proclaman de izquierda son... el voluntarismo. Y con voluntarismo no se logra la transformación”
Y luego cita a Bertolt Brecht: “No se trata de decir sólo la verdad, sino de decírsela a alguien que sepa hacer algo con ella”.
Cree que nos hemos ganado la comida... “¡Ya vámonos al Faisán” Toma el asiento del copiloto y va cantando La Valentina. “Me recuerda a Óscar Chávez, que siempre iba a cantarnos a los presos a la cárcel”.
Para llegar a su casa... para salir de ésta, tenemos que tomar una avenida de camellón.
Que se llama Gustavo Díaz Ordaz.
http://www.youtube.com/watch?v=zkdR-a7_iWo