“Los estudiantes que me acompañaban me jalaron en el instante en que entró una metralla y destruyó el techo y los cristales. Comenzaron a entrar balas de un calibre enorme. Nosotros estábamos tirados en el suelo, cubiertos por el yeso que se desprendía. Al rato las tuberías empezaron a romperse y el departamento se inundó. Éramos como treinta jóvenes los que estábamos ocultos en el departamento, entre ellos Eduardo Valle Espinoza El Búho, Pablo Gómez, Anselmo Muñoz, Félix Lucio Hernández Gamundi”.
Cimbra cada párrafo que Gilberto Guevara Niebla, líder y cronista fundamental del movimiento, escribió en "Volver al 68", un ensayo publicado en la revista Nexos hace 25 años.
Recrea con una estremecedora precisión cada detalle, desde la llegada al Edificio Chihuahua de Tlatelolco para organizar el mitin y conectar el sonido, jalando la electricidad al balcón del piso 3 desde un departamento en el piso 5, donde vivía la novia de alguno de ellos... y lo que vino cuando los encontraron los soldados a las 11 y media de la noche.
Relato que arranca con el regalo que le hace al día siguiente el general Limón, al mando del Campo Militar 1... la novela La luna y seis peniques, de William Somerset Maugham, mientras le dice: “No sé cómo te metiste en esto. Aún puedes recapacitar. Te dejo este libro”.
Comparte que la matriz de esos textos que tuvo en las crujías de Lecumberri, donde estuvo preso del 11 de octubre de 1968 al 4 de mayo de 1971: “ahí escribí de corrido 80 páginas”; al frío del dolor y el sufrimiento. Se publicarían más de 30 años después y si ahí está todo, pues no hay nada más que hablar.
"Tenemos una sociedad que comenzó a politizarse en 1968 y esta politización, sobre todo después de Tlatelolco, adquirió orientaciones radicales y revolucionarias. Pero se expandió por todo el país; entonces, lo que en estos 50 años se ha procesado es una politización creciente de la sociedad y un debilitamiento del Estado"
Gilberto Guevara Niebla
Exlíder estudiantil
Hoy, exactamente medio siglo después, su pensamiento y su discurso atiende sólo a lo profundo: “El 68 fue la expresión agónica del sistema autoritario y lo que nosotros vimos, en estos 50 años, fue cómo, progresivamente, aunque de manera lenta, se fue degradando hasta colapsar como ocurrió en este año, por ejemplo, en que el PRI está a punto de extinguirse. Lo que no ocurrió fue que esa hegemonía que cohesionaba al país fuese sustituida por una hegemonía democrática que lo enlazara y que le diera sentido. No, lo que hubo fue un desgaste del Estado... el Estado fuerte desapareció y lo que hoy tenemos, pues es un Estado débil, muy débil”.
[caption id="attachment_807417" align="alignright" width="317"] Imagen histórica. El exlíder estudiantil (centro) junto a Raúl Álvarez Garín, (izq.) y Eduardo Valle Espinoza El Búho encarcelados. Foto: Especial[/caption]
Los conceptos intelectuales a verter sobre el resultado final son claros. Y rotundos: “Al mismo tiempo tenemos una sociedad que comenzó a politizarse en 1968 y esta politización, sobre todo después de Tlatelolco, adquirió orientaciones radicales y revolucionarias. Pero se expandió por todo el país. Lo que en estos 50 años se ha procesado es una politización creciente de la sociedad y un debilitamiento del Estado”.
Sobre el sistema electoral: “Se ha desarrollado mucho, permite que se refleje en la vida política la pluralidad, pero lo que no se ha desarrollado es la cultura democrática, es decir, los mexicanos no hemos sabido en estos 50 años darle al país una cohesión, unidad, dirección, sentido. Sobre todo democrático. No ha habido un proyecto democrático nacional”.
Nacido en Culiacán en 1944, el hombre vive sin lujos y en la congruencia. El que llega es bienvenido por dos huskys tan afables con su amo, que personalmente baja y abre la puerta. Parece ser la casa se toda la vida. A la que se arriba, ineludiblemente, tomando la calle... ‘México 1968’.