Las autoridades de la ciudad fronteriza de Tijuana arrestaron a 34 integrantes de la caravana de migrantes centroamericanos por infracciones menores y los entregaron para ser deportados.
La municipalidad de Tijuana informó que los 34 aparentemente, todos hombres fueron arrestados por posesión de drogas, intoxicación en público, alteración del orden y resistencia a la policía, y añadió que serán devueltos a sus países de origen. La caravana principal tiene entre 4 mil y 6 mil integrantes.
El alcalde Juan Manuel Gastélum ha señalado que la caravana no es bienvenida y ha comparado a los centroamericanos desfavorablemente con unos 3 mil haitianos que arribaron el año pasado para tratar de entrar a Estados Unidos, lo que finalmente no sucedió.
Los haitianos “venían con sus documentos, su visión clara”, dijo Gastelum en una entrevista publicada en la página de Facebook de la ciudad. “Nunca solicitaron a nosotros como ayuntamiento, comida, hospedaje, tratos especiales. Lo principal es que llegaron ordenados, llegaron respetuosos”.
Añadió que los haitianos consiguieron trabajo, “los vemos integrados a la red económica de la ciudad” y nunca provocaron disturbios.
El gobierno mexicano les dio permisos de tránsito, y cuando fracasó su intento de entrar a Estados Unidos muchos solicitaron la residencia en México. La mayoría de los centroamericanos han rechazado las ofertas reiteradas de residencia o asilo en México y han jurado cruzar la frontera.
Gastelum dijo que los centroamericanos llegaron “sin más ni más” y muchos, aunque no todos, son “altaneros y agresivos”.
El gobierno estadounidense, que presenta la caravana como una amenaza a la seguridad nacional, ha dicho que había medio millar de criminales en ella, pero no ha aclarado cuáles eran los crímenes ni ha revelado el origen de la cifra por tratarse, dicen, de fuentes de inteligencia.
Agentes de policía locales y vecinos han expresado el temor de que al calificar a la caravana de criminales se mancha a gente inocente y se la expone a sufrir represalias.
Muchos de los migrantes, en su mayoría hondureños, se asustaron el fin de semana cuando unos 500 residentes de un barrio pudiente de Tijuana realizaron protestas contra la caravana. Decenas de manifestantes radicalizados marcharon a un complejo deportivo cerca del centro donde se alojan unos 2 mil 500 migrantes.
Dulce Alvarado, de 28 años y oriunda de Lempira, Honduras, dijo que salía de una tienda con su hijo de dos años cuando la rodearon manifestantes que gritaban “¡fuera!” y “no los queremos aquí”.
Un agente de policía la protegió y la manifestación terminó pacíficamente.
El embajador mexicano en Washington, Gerónimo Gutiérrez, dijo a la prensa el lunes que la situación es un “llamado de atención” para Estados Unidos, México y Centroamérica, los que podrían verse obligados a colaborar en la búsqueda de una solución.
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