La embajadora Martha Bárcena se alista para este viernes presentar sus cartas credenciales al presidente de Estados Unidos, Donald Trump. Un día antes viajará a Washington donde, en los próximos años, tendrá a su cargo gestionar una de las relaciones bilaterales más complejas de México si no es que la más.
La instrucción que ha recibido es la de mantener una relación de respeto, beneficio mutuo y reciprocidad
No es un reto menor teniendo en frente a Trump, quien desde su campaña ha mostrado a México gestos poco amistosos.
La primera mujer embajadora de México en EU afirma en entrevista con La Razón que expresará claramente a Trump cuando nuestro país esté de acuerdo en algún tema, pero “en el momento en que haya diferencias de opinión notables y que se afecte la dignidad de México, (también) tendremos que hacérselo saber”.
Bárcena Coqui lleva en sus maletas 40 años de experiencia diplomática, una formación y madurez que le permiten desempeñarse y argumentar con soltura. Y también aclarar —en un momento en el que la Cancillería enfrenta un recorte presupuestal—, que “hay una falsa idea en la opinión pública mexicana de que el Servicio Exterior es una casta dorada. No lo es”.
—Entra usted en un momento complicado de la relación bilateral, el cual no se debe propiamente al cambio de gobierno en México, viene desde que asumió el presidente Donald Trump. ¿Tiene alguna receta para atender este tema tan complejo?
—Diría que tengo instrucciones precisas del Presidente de la República y del Canciller de transmitir el deseo de construir una relación de respeto, de beneficio mutuo y reciprocidad. Hasta ahora hemos encontrado que las conversaciones en ciertos temas han progresado, sobre todo en materia de tener un tipo de cooperación conjunta con América Central y Estados Unidos, para el sur. Las comunicaciones en materia de seguridad siguen fluidas, con los departamentos de Estado y del Tesoro.
Y claro, también hemos identificado puntos de diferencia, uno de ellos en las visiones que tenemos sobre la cuestión del fenómeno y las políticas migratorias. La política de EU tiende a ser cada vez más restrictiva, y la nueva política migratoria del gobierno del Presidente López Obrador está basada en el respeto a los derechos humanos, en lograr una migración ordenada, segura, regular, y también aborda el desarrollo económico y social.
Entonces, nuestro mensaje es que queremos trabajar en las áreas de entendimiento y ver en qué podemos trabajar en las áreas en donde tenemos diferentes puntos de vista.
En segundo lugar, creo que debemos mandar el mensaje de que la relación bilateral debe ser de beneficio mutuo. Tenemos interacciones en materia comercial, inversiones, creación de empleo, vínculos entre las sociedades e influencias culturales. Los mexicanos tenemos muy claro que EU es muy importante para nosotros, pero los estadounidenses no tienen tan claro que México es importante para ellos. Debemos enfatizar eso y reiterar los mensajes de voluntad, diálogo, buena vecindad, de una agenda completa que tenemos que trabajar y sobre todo de tratar de crear una visión positiva y de innovación hacía la frontera norte, porque es ahí donde se ubican la mayoría de las prioridades para hablar con el gobierno del Presidente Trump.
—¿Cómo abordar desde la diplomacia a alguien como Donald Trump que suele actuar de manera antidiplomática?
—Yo creo que el Presidente Trump aprecia la franqueza, los gestos de amistad y de respeto. Hay que decirle claramente: “Señor Presidente, estamos de acuerdo en esto”, “queremos construir esto” o “estamos en desacuerdo”. Hasta ahora la relación de los dos presidentes ha sido cordial y esperemos que continúe en ese tono. Ahora, en el momento en que haya diferencias de opinión notables y que se afecte la dignidad de México, tendremos que hacérselo saber.
—El Presidente de EU usa mucho Twitter. Desde ahí llega a veces a dañar lo que se construye en las vías diplomáticas. En la administración anterior incluso hubo la expresión de “no vamos a hacer política exterior por medio de Twitter”¿Comparte esta idea?
—La diplomacia se hace a través de los canales diplomáticos. La diplomacia pública adquiere cada vez mayor importancia, y Twitter es una gran herramienta. Que la diplomacia mexicana debe utilizar redes sociales, no lo dudo, por eso la mayor parte de las embajadas y consulados tienen páginas de Facebook y Twitter. Quizás podemos mejorar mucho el mensaje que mandemos en Estados Unidos a través de redes sociales, para coordinar el mensaje de la cancillería, embajada de México y los consulados sobre lo que estamos teniendo como prioridades, tanto en nivel interno, como en las relaciones bilaterales. Yo sé que las redes sociales dependen mucho de la interacción, de la comunicación en ambos sentidos, no solamente de mandar mensajes sino responder y tener retroalimentación, pero creo que en algunos casos enfrascarse en debates cuando hay temas diplomáticos delicados es poco productivo. Hay que saber escoger los canales, los tiempos y los mensajes, eso es parte de una estrategia de diplomacia pública y de una estrategia de diplomacia en general.
—El lunes pasado la secretaria de la Función Pública hizo señalamientos sobre gastos superfluos, ¿usted considera que el Servicio Exterior Mexicano los tiene?
—El Servicio Exterior Mexicano trabaja de manera bastante austera desde hace muchos años. Hay algunos gastos que se pueden considerar excesivos en México cuando se hace la conversión de las monedas duras al peso mexicano, porque la mayor parte de las actividades del Servicio Exterior se hacen en otros países en donde los costos son diferentes y lo que puede resultar muy caro en México resulta que es un precio promedio en Europa o en Estados Unidos. Hay algunos que critican que por ejemplo haya gastos de promoción, de representación, pero hay que entender que parte de la función diplomática es la representación y la promoción y tienes que invertir en ello. Yo cambiaría el concepto de gasto por el de inversión. Dicho eso hay áreas donde quizás podría haber una racionalización del gasto, por ejemplo, en gastos de impresión, en por ejemplo reducir una delegación que va a una conferencia internacional de cuatro a dos personas, en tener un control estricto en el uso de los recursos materiales de embajadas y consulados. Ya estamos bastante restringidos en uso telefónico, uso de gasolina. Yo diría en términos generales que no hay gastos superfluos en el Servicio Exterior.
—Hay ahí una falsa idea.
—Hay una falsa idea en la opinión pública mexicana de que el Servicio Exterior es una casta dorada. No lo es. Que si es un servicio público de élite, es un servicio público en todos los países. Para llegar a ser miembro del Servicio Exterior tienes que tener un nivel mínimo de estudios, un manejo de idiomas, una preparación académica. En ese sentido sí es elitista, en la preparación académica, pero no lo es en su actuar. Además hay reglas de protocolo, de acción diplomática, que todo Servicio Exterior de cualquier país del mundo siguen, incluido México, y van desde cómo te presentas a una reunión. Imagínese que a la presentación de cartas credenciales al presidente Trump llegara en pantalones de mezclilla y camiseta. Esas reglas mínimas hay que cumplirlas, y a lo mejor eso se percibe en la opinión pública como que hay un exceso de oropel y gastos innecesarios, pero yo con cuarenta años en el Servicio Exterior mexicano puedo afirmar que éste no tiene gastos superfluos.
—Una de las máximas del Presidente López Obrador es que la mejor política exterior es la interior. ¿Usted que visión tiene sobre ese punto?
—Yo creo que el Presidente está en lo correcto en el sentido de que no podemos hacer una política exterior desvinculada de lo que sucede al interior del país. Si hacemos una encarnizada defensa de la protección de los derechos humanos en el mundo, tenemos que garantizar que se respeten en México. Si exigimos a Estados Unidos que respete los derechos humanos y laborales de los mexicanos, independientemente de su calidad migratoria, es lo mismo que tenemos que hacer con los indocumentados centroamericanos que lleguen a México. Si decimos que suscribimos las convenciones anticorrupción de la OCDE, tenemos que garantizar que se cumplan en México, porque si no, hay una total disonancia entre lo que hacemos en el exterior y lo que hacemos internamente. Si hay esa disonancia, la política exterior va perdiendo credibilidad.
Por otro lado, hay que reconocer que lo que pase en el mundo va a afectar a la política interna: el acuerdo de Naciones Unidas de la Agenda 2030 plantea 17 objetivos de desarrollo sostenible, y su lema es no dejar a nadie atrás, y parece haber sido el lema de campaña del presidente López Obrador: No dejar a nadie atrás, primeros los pobres. La agenda del exterior influye positivamente a la agenda interna. Y puede también influir negativamente. Por ejemplo, si hay una crisis en Estados Unidos, ya sabemos el dicho: “si a Estados Unidos le da gripa, a nosotros nos da neumonía”. Hay una interrelación dialéctica entre política interna y política exterior.
—¿No implica que México se retraiga en su participación en foros internacionales, en decisiones que incumben a los países del orbe?
—De ninguna manera. México no se va a retraer. México va a seguir muy activo. Es la instrucción que nos ha dado el canciller Ebrard, y que seguramente va a repetir el presidente López Obrador. México no se va a retraer. Lo que sí se hará es defender nuestras posiciones con mesura, sin estridencias y ateniéndonos a la tradición de política exterior mexicana, a nuestra historia, y a los principios del artículo 89 fracción décima de la Constitución.
—En ese punto entra el tema Venezuela.
—Yo creo que quedó bastante clara la visión de México en la última reunión de Grupo de Lima con la decisión de no sumarse a la declaración que excedía los objetivos para lo que fue creado el grupo.
"Hay que recordar que el Grupo de Lima fue creado para propiciar el diálogo y parece que estamos pasando del diálogo a la confrontación, y alguien tiene que mantener los contactos y mantener abierta la posibilidad de diálogo"
Martha Bárcena
embajadora de México en Estados Unidos
Eso no quiere decir condonar de ninguna manera la situación humanitaria y de violación de derechos humanos que esté sucediendo en otro país, pero hasta para hacer eso hay canales: la situación de derechos humanos en los diferentes países se analiza en el Consejo de Derechos Humanos de la ONU. Y creo que no corresponde a los demás países hacer intervenciones de corte bilateral o de grupos ad hoc sobre la situación de derechos humanos en otros países.
—¿Está en su agenda que haya una visita de Estado del presidente López Obrador a EU o que venga el presidente Trump a México a la brevedad?
—Es una situación que estamos por definir con el canciller y con la instrucción del Presidente. Sé que se dijo en la última conversación que mantuvieron que el presidente Trump invitó al presidente López Obrador a ir a Washington. Yo creo que como dijo el presidente López Obrador, iremos cuando sea el momento oportuno y cuando tengamos avances concretos que entregar. Y creo que medir los tiempos es una de las artes de la diplomacia, así que iremos en los tiempos más oportunos.
Formación: Es licenciada en Comunicación por la Universidad Iberoamericana y licenciada en Filosofía por la Universidad Gregoriana de Roma.
Trayectoria: Es miembro de carrera del Servicio Exterior Mexicano; cónsul en Barcelona, embajadora de México en Turquía y Dinamarca.
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