“Un chavo corrió con su garrafón, cuando lo arrojó se prendió todo”

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Foto: larazondemexico

Enviado en Tlahuelilpan, Hidalgo

Eran cerca de las 16:00 horas cuando Octavio, quien vende barbacoa en Teltipán, Hidalgo, un pueblo cercano a Tlahuelilpan, donde ayer estalló la toma clandestina de gasolina, se enteró de que había una fuga en ese lugar.

Cuando el hombre llegó al punto, decenas de vecinos de los pueblos aledaños: San Primitivo, Tlaxcoapan, Munitepec, Progreso de Obregón… ya estaban ahí en el sembradío por cuyos subsuelo cruza el ducto de gasolina. Se arremolinaban, con dotación de bidones lista para ser llenada. Eran cientos.

“Todo inició con una pequeña fuga, un pequeño gorgoreo en el ducto que no parecía de gran dimensión. Nadie hizo el menor esfuerzo para taparlo. Una fuga sólo la puede hacer alguien capacitado, yo se los dije enseguida, pero no me escucharon”, narró Octavio, anoche, a La Razón.

Como si de agua se tratara, decenas buscaban la manera de obtener el hidrocarburo que brotaba en dos chorros con tal presión que había terminado de abocardar el metal del ducto. Y con la fuerza suficiente para alcanzar casi 10 metros de altura.

Cubetas, bidones, garrafas, jarras. Los pobladores se acercaban a la toma clandestina que ya era visible a 16 kilómetros de distancia desde la carretera federal Tlahuelilpan-Tlaxcoapan. A 25 minutos de la Refinería de Tula, la zanja de aguas negras por donde también pasa el ducto estaba repleta.

De acuerdo a lo narrado por Octavio, elementos del Ejército ya se encontraban en el lugar de los hechos cuando la gente recolectaba el combustible. Los equipos de seguridad del Estado habían recibido una llamada al 911 alertando del fuerte olor a combustible.

“Los solados les decían: ‘háganse para atrás que puede explotar’; según ellos reportaron la fuga a las cinco de la tarde, pero llevaba horas brotando”, explica.

De esos momentos se difundieron videos en Twiter y Facebook.

Uno de ellos de un hombre en ánimo retador al pie del tubo convertido en géiser de combustible.

“A todos nos empezaron a decir que allá abajo estaban regalando gasolina. Entonces me bajé. En la zanja ya habían tres personas, se habían quitado las camisas y se las pusieron en el rostro, el tufo te llegaba”, cuenta Édgar Pérez Mejía, quien alcanzó a llenar 50 litros de combustible, de 150 que quería llevar a su casa.

Narra con tranquilidad que alguien le robó un bidón así que intentó regresar por más. Esos segundos que por su peso corporal lo hicieron correr lento, le salvaron la vida.

A las 19:08 la toma estalló. Una línea de fuego se formó instantes después de que la llamarada alcanzara a quienes antes buscaban llenarse a tope. Un rastro de olores quemados se empezó a apoderar de la noche aunque pasando en principio desapercibido por la condición de emergencia, por el estupor de ver a gente envuelta en llamas.

“La flama salió como chorro de agua, toda la milpa estaba llena de gasolina. Alcancé a correr y jalé a un chavo quemado y nos aventamos del otro lado. Otro corrió con su garrafón incendiado, cuando lo arrojó se prendió todo, ahí quedó”, dice. Traía los ojos rojizos, intentaba no llorar.

Pero como la gasolina había brotado con vigor, las lenguas de fuego se incrustaban a lo largo de un kilómetro de zanja... Gritos de dolor e imágenes de personas corriendo era lo que se veía en ese momento en el sitio de la tragedia.

Tuvieron que pasar cuatro horas y media para que personal de Petróleos Mexicanos, bomberos de diez municipios y cuerpos de emergencia de Hidalgo y la Ciudad de México, pudieran controlar el fuego.

Ya eran las 23:45 horas y a lo lejos podían verse personas calcinadas, bultos apilados y espuma cubriendo el ducto aún caliente.

Pasada la medianoche pobladores buscaron romper el cerco que instaló el Ejército para acercarse y buscar a sus familiares, amigos, vecinos… En el sitio hubo tensión y jaloneos de personas que no entendían lo que les explicaba el Ejército sobre los riesgos si se acercaban. El olor a gasolina cada vez era intenso y los trabajos para el rescate de cuerpos comenzaban.

Explota otro ducto en Querétaro

A tan sólo minutos de diferencia de la explosión del ducto de Tlahuelilpan, Hidalgo, se suscitó un segundo estallido en el poblado Paso de Mata, en San Juan del Río, Querétaro.

Autoridades de la localidad informaron de la explosión de ductos de Petróleos Mexicanos (Pemex) en las cercanías de la comunidad Paso de Mata, donde, según los reportes oficiales, no hubo lesionados.

El gobernador de la entidad, Francisco Domínguez, expuso en entrevista: “Apenas le estaba hablando al gobernador de Hidalgo para ofrecerle apoyo, y minutos después tuvimos el reporte de la explosión en Paso de Mata; afortunadamente se suscitó a ocho kilómetros de la comunidad”.

El mandatario estatal apuntó que en las inmediaciones fue hallada una camioneta calcinada, sin ningún cuerpo adentro: “El automóvil nos hace pensar que pertenece a quienes picaron el ducto”, acotó.

Al respecto, la empresa productiva del Estado informó: “Personal especializado de #Pemex atiende el incendio por toma clandestina en San Juan del Río, #Querétaro. El incendio se encuentra en una zona despoblada y no existe riesgo para la población”.

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