Huachicol sigue y no voy a exponer a mis policías: edil de Tlahuelilpan

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Una docena de altares, con mensajes y fotos, sobresale en la llamada zona cero. Se lee: Tlahuelilpan, 18 de enero 2019. A un mes de la explosión de un ducto de Petróleos Mexicanos (Pemex) que dejó 130 muertos, persiste el olor a gasolina, bidones y el robo de combustible.

Pese a ello, Juan Pedro Cruz Frías, presidente municipal de Tlahuelilpan, Hidalgo, advierte: “Yo no voy a mandar al matadero a mis oficiales, porque los huachicoleros cuentan con mejor armamento”.

En entrevista con La Razón, admitió que el robo de hidrocarburos persiste; incluso, en los últimos días detuvieron a un grupo que, en la zona conocida como Los Transformadores, intentó llegar a un ducto, continuación del Tuxpan-Tula, que estalló el 18 de enero pasado.

“Recibimos una llamada al C4; la gente comentó que había personas rascando por donde pasa el ducto, y efectivamente, acuden (Seguridad Pública) y nos damos cuenta de que existe una toma sellada y al lado la que querían abrir”, detalló.

El dato: En todo el país hay 111 municipios con igual o mayor número de las 42 tomas clandestinas detectadas en Tlahuelilpan, Hidalgo, en los últimos dos años.

El 26 de enero también fue hallada una toma clandestina en Munitepec, según reportes oficiales.

En el tramo donde pasa el ducto Tuxpan-Tula, en la comunidad de San Primitivo, Tlahuelilpan, donde se produjo la explosión hace un mes, sólo hay una tira amarilla que delimita el terreno. El resguardo federal terminó hace una semana.

Aún son notorios los huecos por donde cayeron las personas en medio de las llamas. Hay pedazos de ropa, tubos, flores secas y botes de cerveza. Hay presuntos restos óseos y ceniza sobre la tierra.

Cruz Frías reveló que familiares de las víctimas pidieron colocar un memorial: “Se construirá de la mejor forma que convenga a las familias, al dueño y a Pemex, porque tienen derecho de vía, hay postes que marcan la trayectoria del ducto”.

De acuerdo con vecinos, en las zonas de San Primitivo y el Cerro de la Cruz sigue la ordeña de ductos, por lo cual estimaron que no están exentos de nuevos accidentes.

“Ya está más tranquilo todo, pero sigue el riesgo porque en el Cerro de la Cruz continúan robando la gasolina. Muchos dicen que es por necesidad, pero no es así, son los mismos rateros que mienten a la gente y la llevan a robar”, afirmó María López.

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En ello coincide Miriam Carrillo, quien se enteró la noche del viernes 18 de enero que su esposo, Lorenzo Neri, había ido a San Primitivo por gasolina que salía del ducto perforado. Actualmente espera los resultados de ADN para saber si alguno de los restos corresponde a su marido.

“Nosotros escuchábamos del robo de combustible, pero no imaginamos que nos fuera a pegar una situación así. Lo único que puedo decir es que se han abierto más tomas y no sé con qué fin están haciendo eso. Al final de cuentas, ese día (el de la explosión) las personas que abrieron el ducto no creo que sean las mismas las que estuvieron ahí. Fue pura gente inocente la que murió”, añadió en la plaza principal de la cabecera municipal de Tlahuelilpan, donde La Razón realizó un recorrido.

A cinco minutos de la zona cero se ubica el Centro Cultural, que atiende a familiares de las víctimas para proporcionarles servicios funerarios, psicológicos e incluso de transporte para visitar a las 15 personas que permanecen hospitalizadas.

Miriam se convirtió en cabeza de familia, y el sábado tomó su primera sesión psicológica en el sistema estatal para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF).

En una pared de esa instancia también pende la fotografía del matrimonio conformado por José Valentín Hernández y Jessica Bautista, quienes recogieron combustible el día de la explosión y cuyos niños ahora están bajo el cuidado de sus abuelos, sin que hayan recibido, hasta ahora, apoyos gubernamentales, comentó Adeleine Hernández, amiga de la pareja.

Lorena Mendoza también continúa sin localizar a su marido, Uriel Peña,  desde el día de la explosión. “No tengo informes. Me dicen que la investigación está abierta, pero nada más. Me tomaron muestras de sangre. Sólo queda esperar”.

De acuerdo con la mujer, a quien le sobrevive su hijo de tres años, quienes ya sepultaron a sus familiares retomaron el día a día, pero quienes ignoran el paradero de sus familiares esperan cualquier informe.

Por Jorge Butrón y Kevin Ruiz

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