La situación migratoria en la que se encuentran miles de centroamericanos y personas de distintas partes del mundo ha encabezado las agendas de noticias durante los últimos meses. Dos fotos tienen en común casos de migrantes que mueren en la búsqueda de un futuro mejor.
La primera, sucedió hace unos días, cuando Alberto, de 21 años, y su hija Valeria, de un año 11 meses, intentaron cruzar el Río Bravo en busca de una mejor vida en Estados Unidos. La corriente los arrastró a ambos ocasionando su muerte.
El grito de Tania, madre y esposa de los fallecidos, alertó a rescatistas y elementos de seguridad que se encargaron de recuperar los cuerpos.
Este, es un retrato de uno de muchos casos similares que se viven en ambas fronteras de nuestro país, miles de familias dejan sus hogares para buscar mejores condiciones de vida.
Esto, acompañadas de las recientes imágenes de agentes mexicanos persiguiendo migrantes centroamericanos, ha levantado críticas a los derechos humanos, pero también halagos al gobierno de Donald Trump, quien exigió a México fortalecer su política migratoria.
Pero este no ha sido el único caso en el que un niño migrante fallece buscando mejores oportunidades de vida. En el 2015, la historia de Aylan Kuri, un niño sirio que falleció en una playa de Turquía cuando su familia intentaba llegar a Grecia debido a la crisis en su país, le dio la vuelta al mundo.
Su madre y su hermano de cinco años, también murieron en el intento por conseguir una oportunidad en otro lugar lejos de la guerra y la violencia.
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