Para muchos de los familiares de las 29 víctimas que hasta el momento han perdido la vida, la jornada no ha sido fácil, como se pudo ver afuera del Centro de Justicia del Cereso de Coatzacoalcos, donde muchas familias permanecieron desde las 11 de la noche del martes hasta cerca de media noche de ayer miércoles.
El objetivo era identificar a sus familiares, de los cuales solo se contaba con las fotos, ya que los cuerpos tuvieron que ser trasladados a Cosoleacaque, a 20 kilómetros, porque el Servicio Médico Forense (Semefo) de Coatzacoalcos simplemente no tenía cupo para tantos.
“La verdad, nunca habíamos visto algo así”, comenta cansado un joven que no proporcionó su nombre por miedo a represalias, y quien es uno de los trabajadores de las por lo menos seis funerarias que tuvieron que trabajar desde la madrugada del miércoles para trasladar los cadáveres producto de la tragedia.
Temeroso de que se diera a conocer su nombre, al igual que otros muchos que prefieren permanecer en el anonimato por temor a represalias, el joven comparte que Coatzacoalcos viene sufriendo un ambiente de violencia desde hace tiempo, “aunque en los últimos meses parecía haberse calmado, hasta ayer”.
Y es que a partir de su experiencia como trabajador de una de las 12 funerarias que dan servicio en Coatzacoalcos, a la semana se solían registrar de dos a tres muertes por hechos violentos. Menos que en años pasados “hasta este martes”.
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Ahora nos espera otra jornada más difícil, manifiesta Omar, cuñado del DJ de “Caballo Blanco”, quien apenas tiene fuerzas ya para conversar, después de discutir, pelear y reclamar por justicia y la pronta atención para recuperar el cuerpo de su familiar.
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Tratando de contener el llanto, el joven reconoce lo difícil que fue para él tener que esperar tanto tiempo, desde la noche del martes y después de todo el día bajo el sol a la salida del Centro de Justicia, para finalmente ver la foto de su ser querido muerto. “Ahora tengo que ir a Cosoleacaque a verlo en persona y recogerlo”.
“Por fortuna y después de vernos sufrir, finalmente llegó gente y nos colocaron una carpa a la salida del centro y nos trajeron bebidas hidratantes, porque las autoridades nomás no nos mostraban ni un poco de compasión”, agregó Aurora Ramos, Cuñada de Rocío, una de las trabajadoras de limpieza del bar.
Con información de Notimex
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