El gobernador de Guerrero, Héctor Astudillo, cumple cuatro años de gestión, tres de los cuales convivió con la administración de Enrique Peña y casi uno con el Gobierno de la 4T, la cual pulsa de manera cotidiana para ajustarse, señala, “a los nuevos tiempos”.
En entrevista con La Razón, realizada el pasado martes, el mandatario estatal refiere que no están resueltos los problemas de la entidad, pero tampoco persiste la condición de ingobernabilidad y afectación con la que tomó el Gobierno en 2015, tras el impacto de los huracanes Ingrid y Manuel, y del mayor caso de violencia de los últimos tiempos: la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa.
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Defiende algunos indicadores de su gestión, como que Guerrero dejó de ser el peor en inseguridad y violencia, o que el turismo se encuentra en altos niveles, pese al recorte federal en promoción. Astudillo Flores admite que el pendiente es el problema de la pobreza, pero asegura que “ya no tenemos el tamaño de los problemas que teníamos antes”.
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Cumple cuatro años en el gobierno, ¿cuáles son sus indicadores y su evaluación? Hay disminución notable en los indicadores delictivos, que no resuelven el problema; eso hay que decirlo. Por supuesto, el turismo muy sostenido ha sido una gran ayuda. Tenemos 240 mil empleos, minería pujante en Guerrero, somos tercer lugar en producción de oro, vamos a una velocidad muy notable y, por supuesto, que el gran tema pendiente es el de la pobreza; en un estado con tanta dispersión en la montaña y la sierra es muy complicado poder hacer acciones de conjunto que puedan hacer el mejoramiento de los indicadores. Es muy complicado llevar a muchas casas dispersas un maestro, agua, drenaje, colocar una escuela cerca de aquí o que el maestro lo animemos a que esté en pueblos muy alejados. Yo creo que el gran pendiente es el tema de la pobreza; que hay que trabajar y seguir trabajando el tema para disminuir los indicadores delictivos. El turismo, prioridad, y la minería, también.
Trae mejoras en algunas estadísticas de incidencia delictiva y percepción; por ejemplo, el promedio de homicidios diarios está en 2.9, contra 5.7 del año pasado, ¿a qué atribuye estos datos? Ha habido constancia, determinación y mucha colaboración institucional. Yo voy a reconocer la ayuda de la Defensa Nacional, de la Marina, de la Policía Federal. Creo que Guerrero es un ejemplo correcto de coordinación. Obviamente el problema no está resuelto, es un asunto muy delicado, muy fuerte, muy de fondo, pero creo que es un ejemplo de que sí ha disminuido la violencia en algunos estados. Hace algunos días platicaba yo con el Presidente y le decía que Guerrero sí es un tema para colocarlo como un dato positivo. Hace cuatro años, cuando entré a ser gobernador, estábamos en primer lugar (de violencia), después nos colocamos en tercero, después en cuarto, después en quinto, y seguramente en el próximo informe del Sistema Nacional de Seguridad Pública —que sale el 20—, sin querer echarme muchas porras, creo que vamos a salir en el noveno o en el décimo lugar. Y será el mejor lugar desde que se lleva conteo de las cifras en el Sistema Nacional o desde que se institucionalizó la medición de la inseguridad en México, como se ha venido haciendo.
¿Cómo se materializa esa colaboración?; ¿en cierto sentido hay una cesión de espacios de control institucional? Yo creo que no hay cesión. Yo no he abdicado a mis facultades, ni tampoco la Marina, ni tampoco la Defensa Nacional ni ninguna otra institución. Además, creo que la Guardia Nacional es un tema importante. Yo fui impulsor de la Guardia Nacional y sigo convencido de que va a ayudar al país, que tiene que seguir dando buenos resultados. En esta ruta no ha habido abdicación de nadie; ha habido colaboración y siendo Guerrero un estado tan complicado, nadie ha perdido el tiempo ni en confrontaciones ni en incomodidades ni en malas interpretaciones. Yo creo que la coordinación ha sido bien intencionada y hablo de dos partes: la primera, en el Gobierno que concluyó el primero de diciembre del año pasado, y luego con este Gobierno, con el cual se ha hecho una gran cantidad de reuniones diarias: las mesas para la Paz y la Justicia. También, muy buena coordinación con el Gobierno federal, con la figura del delegado federal. Esto ha permitido que se avance y que se dejen a un lado los desentendimientos y una que otra pugna política.
En el estado se están dando golpes al crimen organizado o se está atacando el problema a través de las políticas sociales. ¿A qué se le está dando más peso en la ecuación? Se trabaja en las dos partes. De la determinación para enfrentar a los grupos delincuenciales, pongo un ejemplo: El Carrete, el delincuente, diríamos, de mayor peligrosidad en el estado de Morelos, fue detenido en Guerrero, junto con otro grupo criminal que lo acompañaba. Y en Chilapa, un lugar donde la delincuencia se había desplegado, también fue detenido un integrante de los últimos del grupo de Los Rojos. Hay detenciones todos los días en Acapulco, en la Zona Centro. Y Chilpancingo es ejemplo de cómo una capital ha disminuido los indicadores delictivos.
[caption id="attachment_1032743" align="alignnone" width="696"] El mandatario estatal, en entrevista con La Razón el pasado martes. Foto: Eduardo Cabrera, La Razón[/caption]
¿Qué números tiene en materia de turismo, donde han variado algunas circunstancias, como la promoción? Yo creo que hoy tenemos que rascarnos con nuestras propias uñas. Ya no hay promoción, ya no ha apoyos, por ejemplo, para hacer una carrera. Yo he insistido mucho en que el turismo sí debe seguir teniendo promoción, y que sea como el Gobierno federal lo quiera. Si se desconfía del Consejo de Promoción Turística, estamos de acuerdo, somos los primeros en decirlo, pero creo que hay que buscar un mecanismo de promoción. Acapulco e Ixtapa-Zihuatanejo, por supuesto que la requieren. Ya tienen también su ruta, una historia, pero hay que relanzarlos. En Acapulco hay muy buenas ciclopistas, vialidades; la terminal aérea podemos decir que es la más nueva del país.
Acapulco se ha convertido en un lugar que ha incrementado mucho el turismo deportivo. Este fin de semana que viene tendremos el Triatlón, un evento fantástico y una gran atracción que rompe récord de inscripción y que son eventos que el propio gobernador cuida, promueve, mantiene, que los consigue, valga la expresión.
Y en Ixtapa-Zihuatanejo, donde un muelle nuevo se está haciendo, también una ciclopista increíble, que será de casi 20 kilómetros, desde el pueblo de Zihuatanejo hasta donde termina Ixtapa; de tal manera que si alguien en bicicleta quiere ir y venir va a tener 40 kilómetros de recorrido. Lo mismo se va a poder caminar y correr. Creo que los temas del relanzamiento del Paseo del Pescador, tanto en Acapulco como en Ixtapa-Zihuatanejo, son obras muy, pero muy brillantes, reconocidas en lo local y también por el turismo.
Hay un tema con muchas fragilidades: el manejo de la percepción. Si un día alguien quema un camión, por ejemplo, en Acapulco, se genera una percepción negativa; también con la famosa toma de casetas o el cierre de la autopista. Siempre que tengo que ver el presente, no dejo de ver el pasado. Hace cuatro años era inviable casi ir a Guerrero: el estado venía saliendo de una tragedia de dos años: Ingrid y Manuel destruyeron Guerrero y después se dio el tema de la desaparición de los 43 normalistas, el ataque a los jóvenes deportistas y también de personas que transitaban esa noche en Iguala. No solamente tenemos 43 desaparecidos, también hubo homicidios que se dieron esa noche y por supuesto que éste es un tema que colocó al estado en una situación de ingobernabilidad. Llegué en el momento más complejo que haya llegado un gobernador a tomar la coordinación de los trabajos, en 2015. Y creo que las cosas han mejorado; por supuesto que Guerrero es un estado que tiene una proclividad a la protesta, eso existe, va a ser muy difícil que deje de existir, pero ya no tenemos el tamaño de los problemas que teníamos antes.
"No hay que salirse del nuevo tiempo: mayor tolerancia, mayor resistencia y, por supuesto, tener mucho cuidado con el uso de la fuerza pública. Son los tiempos y el que no entienda los tiempos, no tiene nada qué hacer”
¿Hay medidas que se apliquen, por ejemplo, en el caso de la toma de casetas y del cierre de la autopista? Sí. Hay protocolos que se siguen. (Pero) no hay que olvidar cual es la ruta del Gobierno federal actual. Tampoco puedo yo caer en una ruta contraria a lo que quiere el Presidente. Sería una imprudencia y creo que sería un mensaje incorrecto. Yo creo que hay que entender que hay más tolerancia, el pacifismo que impulsa el Presidente hay que escucharlo y tenerlo presente. Yo creo que en algunos casos se actúa y en otros casos se toman reservas. Hay casos muy concretos, como el de los estudiantes de Ayotzinapa, en donde siempre se evalúa más la intervención del Estado; en algunos otros no se piensa dos veces y se interviene de inmediato, porque este tipo de acciones de las autopistas y de las casetas se utilizan mucho para el chantaje y, por supuesto, para el modus vivendi de organizaciones que están viendo la manera de cómo conseguir dinero y ni siquiera para sus luchas, sino para repartírselo, y eso hay que ubicarlo y hay que quitarlo. Pero creo que no hay que salirse del nuevo tiempo: mayor tolerancia, mayor resistencia y, por supuesto, tener mucho cuidado con el uso de la fuerza pública. Si antes había que tener cuidado, ahora hay que tenerlo más. Son los tiempos y el que no entienda los tiempos, no tiene nada que hacer.
El tema de no reprimir al pueblo. Yo creo que hay que escuchar todos los días los mensajes de quien es la cabeza del Gobierno nacional y en la medida que se escuche, uno tiene que encontrar el equilibrio entre lo que dice el Presidente y lo que es la aplicación de la ley. Hay que encontrar los puntos medios sin caer en los excesos de no hacer nada, pero tampoco excederse. Ése es un reto todos los días, encontrar el equilibrio.
En semanas anteriores aumentó la crispación con el Gobierno federal, en particular con la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural por el tema de los fertilizantes. Por primera ocasión el Gobierno federal manejó el programa de fertilizante, un buen programa, que representa una forma de ayudar al campesino. Y repito, lo que he dicho los últimos meses: se le pusieron muchos prejuicios al programa; esos prejuicios de que todos (los beneficiarios) eran amapoleros o de que todos lo querían para venderlo; le dieron un marco que lo hizo finalmente caer en una ruta de convulsión. La experiencia no fue la mejor, para no decir que fue mala, pero yo creo que lo que viene tiene que intentarse hacer de mejor manera. Lo platiqué recientemente con el Presidente y creo que hay que tratar de cuidar que quienes vayan a operar la entrega de fertilizantes el próximo año no le pongan tanto prejuicio ni tanto miedo de ir a Guerrero.
Que casi no se aparecían los funcionarios por allá. Quisieron manejar el programa desde (la Ciudad de) México, pero los problemas estaban en Guerrero y una que otra solución estaba en México. Creo que eso no puede volver a suceder, ni tanto prejuicio ni tanto miedo.
¿Percibe usted lo que se está denunciando en otros estados, en el sentido de que a algunos programas se les está queriendo dar un matiz electoral? Hay que cuidar que no sea así. Hay que cuidar mucho el trabajo de los servidores de la nación y no solamente en Guerrero, en todos los estados. Porque quienes fueron activistas de un partido político y los hacen funcionarios públicos, yo creo que su ruta la tienen muy bien identificada. Es muy difícil que rompan con ellos mismos, con su propia naturaleza. Hay que decir lo que se tiene que decir, porque en este país que ha avanzado y que son tiempos de cambio, hay que acostumbrarnos a decir la verdad y que nadie se incomode hoy, que un gobernador diga su verdad con respeto, con claridad.
¿Tiene algún conflicto con el superdelegado, Pablo Amílcar Sandoval? Hay un ambiente de respeto, yo creo que cada quien ha puesto su parte, su voluntad. Entiendo que yo como gobernador tengo que poner la mía. Son nuevos tiempos, hay un Presidente de la República que define una serie de nuevas formas sustentadas por la ley, y otras características de su propia personalidad. Creo que como gobernador tengo que entender que hay un Presidente que piensa y actúa diferente a lo que hemos estado acostumbrados. Sería una torpeza de mi parte no entenderlo y no tratar de ajustarme a los nuevos tiempos. Como político profesional que me considero, creo que uno debe tener los pies en la tierra: antes como antes y ahora como ahora.
Se anticipa que viene un momento complicado para los estados el próximo año en términos de recursos, de participaciones federales. Lo han planteado gobernadores, ya sea en bloque o de manera individual. Muy complicado; yo creo que puede ser el año más complicado. Si 2019 lo fue, 2020 puede serlo más. Yo creo que algo se tiene que hacer. Debemos tratar de encontrar un equilibrio. Los diputados federales tienen que hacer uso de sus facultades, pero también de acuerdo con Hacienda, porque tampoco somos ingenuos: la influencia de Hacienda es hasta el último segundo que se aprueba el presupuesto. Hay que conversar mucho con Hacienda, muchos gobernadores hemos hablado con el secretario y creo que tenemos pendientes pláticas para tratar de encontrar que las cosas no sean tan rudas económicamente hablando para 2020.
¿Dónde pudiera haber impactos para el estado? En el tema del campo, que desde 2019 ya tuvo una reducción y que la plantea para 2020. El tema también del agua, la Comisión Nacional del Agua tiene una enorme disminución para el tema de agua y drenaje. En el tema que tiene que ver con el turismo, yo creo que debe de seguir contando con fondos para su promoción.
Ahorita que usted hablaba sobre los nuevos tiempos ¿percibe una visión federalista en el Gobierno de la 4T? Sí, sí la hay. Está viendo a todos los estados del país y en los 32 estados él está haciendo su ruta de apoyos, de becas: Jóvenes Construyendo el Futuro, Bienestar para el campo… Sí la hay, pero es un nuevo estilo de federalismo que muchos no podemos, diríamos, festejar, porque también hay muchos temas que a los estados pobres le afectan triple. A los estados pobres les afecta la ausencia de dinero para tener agua, la ausencia de dinero para allanar un camino, la ausencia de dinero en esta combinación de pobreza-turismo.
¿Cree usted como otros gobernadores que debe haber una Convención Nacional Hacendaria para replantear todo el modelo de participación fiscal? Por supuesto que estoy de acuerdo, pero para decirlo con todas sus palabras, no lo veo viable, no lo veo posible, porque al final de cuentas el Congreso nacional siempre será mano en todo y en el Congreso nacional la mayoría está del lado del Presidente.
¿Usted se siente satisfecho por estos cuatro años? No, no me siento satisfecho, pero creo que se ha avanzado y estoy comprometido a seguir haciendo mi mejor esfuerzo hasta el último segundo.
Héctor Astudillo Flores
Formación: Abogado por la FES Aragón de la UNAM
Trayectoria: secretario particular del gobernador de Guerrero, diputado local (1994-1996, 1999-2000 y 2012-2015), presidente municipal de Chilpancingo (1996-99 y 2009-2012), senador (2000-2006) y gobernador de Guerrero.