México necesita líderes que convoquen a la unidad, que sumen y no resten, dividan ni ridiculicen a quienes opinan diferente, consideró la Arquidiócesis Primada de México.
“La polarización social, fácilmente acelerada desde ámbitos públicos, y alimentada por la carencia de diálogo y la descalificación del otro, son fermento para más situaciones de violencia y encono. Es un camino equivocado”, advirtió.
En su editorial del semanario Desde la Fe, llamó a terminar con la confrontación social, pues la división y el enfrentamiento entre quienes piensan diferente sólo lleva a una guerra nada deseable para nadie.
“El escenario que algunos quieren ver consiste en un juego mezquino de descalificaciones, donde el debate es manipulado hacia un estado permanente de cuestionamiento y confrontación”, agregó.
Por el contrario, consideró, el escenario que se necesita de manera urgente se da cuando la buena política está basada en el amor, la caridad, la solidaridad y la subsidiariedad, “pues una visión que supera toda visión individualista nos hace amar el bien común y nos lleva a buscar el bienestar de todas las personas”.
Recordó que hace una semana, el Papa Francisco publicó la tercera encíclica de su pontificado, titulada “Fratelli tutti” (Hermanos todos), en la que señala a la amistad y a la fraternidad social como caminos para sanar al mundo y construir un futuro mejor, más justo y pacífico.
El pontífice, agrega el editorial, plantea cambiar la “falsa tolerancia” por un “realismo dialogante” con el que se puede ser fiel a sus principios y reconocer -al mismo tiempo- que el otro también tiene el derecho de buscar ser fiel a los suyos.
El éxito de este camino será más contundente si se inicia con la amabilidad, pues ésta facilita ,“la búsqueda de consensos y abre caminos donde la exasperación destruye todos los puentes”.
“Pareciera que el Papa habla directamente a México cuando asegura que en muchos países se utiliza el mecanismo político de exasperar, exacerbar y polarizar: ‘Por diversos caminos se niega a otros el derecho a existir y a opinar, y para ello se acude a la estrategia de ridiculizarlos, sospechar de ellos, cercarlos.
'No se recoge su parte de verdad, sus valores, y de este modo la sociedad se empobrece y se reduce a la prepotencia del más fuerte. La política ya no es así una discusión sana sobre proyectos a largo plazo para el desarrollo de todos y el bien común, sino sólo recetas inmediatistas de marketing que encuentran en la destrucción del otro el recurso más eficaz”, puntualizó.