Un frente de guerra, donde los soldados son el personal de salud

Hospital Juárez, las entrañas del combate contra el COVID-19

Médicos y enfermeras combaten día a día entre el miedo y la esperanza; cubrebocas, doble gorro, tres pares de guantes...ningún descuido puede permitirse; pese al cansancio, asumen el reto como héroes

Atención a un hombre que llegó con síntomas de la enfermedad en el área Covid de este hospital. Foto: Daniel Aguilar, La Razón

Entrar a la zona Covid del Hospital Juárez de México es como llegar a un frente de guerra en el que los soldados son el personal de salud, en medio de muchos heridos entre los que han habido algunas bajas.

Durante esta batalla, que ha durado 265 días, han perdido la vida 100 mil 104 personas en México.

Para ingresar primero llegas al área transfer, que es un punto intermedio entre las zonas de atención normales y el área Covid del hospital. Es un pasillo cuyo inicio está marcado por una línea amarilla, en el cual comienzas a caminar y ya no hay vuelta atrás. Si tienes que salir por algún olvido, es necesario echar a la basura todo el equipo de protección y cambiarlo por uno nuevo.

En el acceso, los filtros sólo permiten portar lo básico: me tuve que cambiar la ropa. Me pusieron el equipo médico primero: una especie de calcetines para cubrir los zapatos, una bata con pantalón, gorro, cubrebocas KN95, otro gorro y tres pares de guantes. Cada número de pasos tienes que frotarte las manos con gel antibacterial.

En el Hospital Juárez, que se ha convertido en un campo de batalla contra el coronavirus SARS-CoV-2, médicos, enfermeras y todo el personal son héroes que día a día luchan contra la pandemia.

En casi nueve meses la batalla contra el coronavirus ha afectado a un millón 19 mil 543 personas, de todas las edades y regiones del país, que dieron positivo a la enfermedad.

En los primeros días de la pandemia, todo el temor que tenían médicos, enfermeras, camilleros, lo han transformado en un mecanismo de autodefensa: sí, hay preocupación y temor, pero ya no hay ese miedo inicial a lo desconocido, porque saben que el enemigo es letal y ataca sin ser visto. Ahora, se enfrentan con más armas, al menos protectoras y de sanitización que han tenido en estos duros nueve meses de aprendizaje permanente.

En los ojos, la única parte visible del rostro de médicos y enfermeras, se refleja el cansancio, no hay quejas, no lo dicen aún después de atender a un paciente. Se están enfrentando a algo muy grave, pero lo están asumiendo como unos verdaderos héroes.

En el Hospital Juárez, que se ha convertido en un campo de batalla contra el coronavirus SARS-CoV-2, médicos, enfermeras y todo el personal son héroes que día a día luchan contra la pandemia.

Lejos están esas visitas obligadas por algún dolor y padecimiento en el que los doctores realizaban un recorrido para checar al paciente. Ahora, las enfermeras siempre están allí, y ante los casos de Covid cada médico está revisando a su enfermo al pie de la cama durante horas.

Este escenario podría extenderse al menos tres meses más, hasta febrero, como estimó el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) en sus proyecciones de la epidemia. El reloj dentro del área Covid habrá dado 202 vueltas más, mientras el personal cumple su turno de ocho horas al día.

Hablar en el hospital del Covid es como describir un bichito; cada paciente lo ha recibido de una forma muy distinta, comentan los doctores entre ellos.

En el Hospital Juárez, que se ha convertido en un campo de batalla contra el coronavirus SARS-CoV-2, médicos, enfermeras y todo el personal son héroes que día a día luchan contra la pandemia.

Cuando los médicos revisan los expedientes, parece que están jugando ajedrez: están analizando todo el tiempo medicamentos suministrados, reacciones de la persona, su evolución, luego de eso vendrá el siguiente movimiento para no ponerse en jaque en este acompañamiento permanente.

A la par del ambiente depresivo de recorrer un hospital, está ese trato humano y generoso del personal médico, como lo muestra esa estampa de un par de enfermeras que bañan a una señora, con un trato que hace olvidar los uniformes azules y ver el aseo con un cuidado familiar. La delicadeza, me atrevería a decir, que hasta con amor.

Claro, hay contrastes, como cuando ves a los pacientes con Covid. En lo personal, fue muy triste. La imagen es fuerte porque el paciente está rodeado por un montón de monitores, máquinas y tubos. Te pones a pensar que podría ser cualquiera, un amigo, alguien de tu misma sangre, allí, inerte, reflejo de la vulnerabilidad del ser humano.

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También jóvenes, gente de la tercera edad, un hombre de setenta y tantos años, de todas las edades; el virus viene por todos y para quienes pensamos que nada más le pega a los viejitos, ya se comprobó que no. El de menor edad no tiene más de 27 a 30 años.

En esta área Covid hay algunas 40 camas separadas por canceles; algunos pacientes están conectados a un tanque de oxígeno, otros intubados.

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Sólo 22.1 por ciento de los infectados por el virus ha requerido ocupación hospitalaria.

Esto fue suficiente para reconvertir más de 960 nosocomios para la atención del Covid, incluso se habilitaron unidades temporales ante la alta demanda.

Debido al riesgo de contagio por la gravedad de la enfermedad, los pacientes son trasladados en camillas que están cubiertas por una especie de túnel transparente, desde donde es posible monitorearlos.

En el recorrido pude conversar con un hombre que se recuperó en el Hospital Juárez. Me dijo que es como una nueva oportunidad de vida y para mejorar como ser humano. En eso coinciden todos lo que afrontan el coronavirus.

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Él se contagió porque no tuvo la oportunidad de quedarse en casa porque tenía que trabajar. Su mayor preocupación era haber contagiado a alguien de su familia. Le trajo un poco de paz saber que no fue así.

Los hospitales no se detienen en todo el país. Hasta el 18 de noviembre se reportaron 142 unidades médicas con una ocupación de camas generales mayor a 70 por ciento, y 82 de cuidados intensiva con la misma disponibilidad. Al 18 de octubre había 13 mil 607 camas ocupadas.

La mayoría del personal de salud viaja en transporte público, y por más que tratan de cuidarse, o que algún familiar los acerca al hospital, siempre está el temor de que en algún momento puedan transmitir una parte de la pandemia que alcanza el millón de contagios.

Hay un protocolo muy estricto de cómo tienes que quitarte los guantes, en qué momento te quitas el primer gorro. No hay manera de saltarte un paso, todo está muy ordenadito. Y los médicos ya lo hacen por default, hasta tres veces al día. Afortunadamente, este ritual de protección es tan estricto que no se han dado casos recientes de contagios entre ellos o en el hospital.

Este ejército no tiene uniformes verdes, sino azules. Los gorros, guantes y cubrebocas son blancos. Es lo que les ha permitido que no haya habido contagios recientemente en el Hospital Juárez.

En el Hospital Juárez, que se ha convertido en un campo de batalla contra el coronavirus SARS-CoV-2, médicos, enfermeras y todo el personal son héroes que día a día luchan contra la pandemia.

Sin embargo, no están exentos de infectarse. Al 9 de noviembre nivel nacional se notificaron 144 mil 83 trabajadores de la salud con Covid-19. De ellos, mil 924 perdieron la vida.

Sí, sin duda, camilleros, enfermeras, médicos, especialistas, administrativos, personal de limpieza, la mayoría de ellos jóvenes, principalmente los que trabajan en piso, han dejado atrás el pánico para hacer un cierre de filas de piedra, en un ambiente cordial, solidario; es como una hermandad, como una familia unida que a todas horas sigue en su trinchera.

Las cifras reflejan que para ganar esta guerra también se necesita que la población asuma con más responsabilidad su retorno en este tiempo de nueva normalidad frente a un virus cuyas cifras de contagios y decesos muestran que está lejos de ser derrotado, por el contrario, no hay minuto para pedir tregua y queda claro también, al menos por este año, que nadie está dispuesto a rendirse.

  • El dato: La OPS anunció espera tener la vacuna contra el Covid-19 en Latinoamérica (incluido México) entre marzo y mayo a través del mecanismo Covax de acceso global, y aplicarla por etapas.
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