Pese al calvario, la esperanza se pone al frente

“Al final no es perder el tiempo si te vacunan”

Al recibir el antídoto, después de horas de espera, los rostros se relajan por el alivio de estar protegido; estoy contento porque ya tenemos muchos difuntos, dice un beneficiado

Personal de apoyo auxilia a un hombre en silla de ruedas, para recibir la primera dosis, ayer. Foto: Eduardo Cabrera, La Razón

Con un cielo aún negro comenzó a multiplicarse la fila de personas de la tercera edad alrededor de la Escuela Secundaria para Trabajadores Atlitic, en la alcaldía Magdalena Contreras, con la intención de regresar a sus casas inoculados contra el Covid-19.

Algunos, incluso, llegaron desde la tarde-noche del domingo para hacer fila con cartones, colchas, chamarras y hasta casas de campaña, también llegaron familiares para “apartar” el lugar y esperar hasta ocho horas para lograr el objetivo.

Otras personas de más de 60 años arribaron en silla de ruedas, apoyados por acompañantes para formar filas de más 100 personas que, en muchos casos, vencieron sus piernas para pasar de un ligero temblor, a la necesidad de medicarse para resistir el dolor.

Sabemos que es perder un poco de tiempo, pero al final no es perderlo si nos vacunan
Margarita, 71 años

Son los adultos mayores de 60, 70 u 80 años, que suman más de 15 millones en el país y que el Gobierno federal determinó inocular al menos con una dosis luego del personal médico. Sin excepción llegaron con cubrebocas, caretas y hasta guantes para ser de los primeros en recibir una de las 870 mil vacunas de AstraZeneca.

Al plantel, ubicado en la calle Tarasquillo, en la colonia San Jerónimo Lídice, llegó Margarita, de 71 años de edad, vestida con chamarra negra, gruesa ropa deportiva y un delantal de cocina. Luego de dos horas de espera sobre su banquito plegable recibió una ficha verde con el número 58, para ser considerada en la segunda ronda de 100 personas que acudieron a la secundaria Atlitic, en la alcaldía Magdalena Contreras para protegerse del virus.

Después de varias horas formado, un hombre reclama por la falta de información.

“Sabemos que es perder un poco de tiempo, pero al final no es perderlo si nos vacunan”, dijo Margarita Flores, quien tardó otras dos horas en recibir la vacuna contra el Covid-19, junto a otras personas que llevaban botellas de agua, pero que en su mayoría no probaron alimento hasta que salieron con uno de los 500 biológicos en el cuerpo que se aplicaron este lunes en esa escuela.

Sobre su espalda, Margarita lleva un sombrero de paja, su cabello blanco luce despeinado por la careta que la protege, un cubrebocas y guantes de látex, muy respetuosa de las medidas de protección contra la pandemia. “Traigo mi gel, mi sanitizante”, comentó mientras desinfectó la ficha que le dieron las trabajadoras del Gobierno capitalino.

Me siento muy contento (de recibir la vacuna), porque ya tenemos demasiados difuntos. Qué bueno que esta vacuna se hizo con tiempo
“Rogelio”, 70 años

En los patios que están por cumplir casi un año sin alumnos, ahora hay carpas blancas, personal de salud y elementos de la Guardia Nacional con armas largas que custodian las vacunas; el arranque de la inmunización también trajo esperanza a este grupo de edad.

“Me siento muy contento (de recibir la vacuna), porque ya tenemos demasiados difuntos. Qué bueno que esta vacuna se hizo tan rápido”, expresó confiado un hombre con su turno en mano afuera del plantel educativo.

Durante la pandemia en México se contagiaron, hasta ahora, 368 mil 836 personas mayores de 60 años, mientras que 109 mil 869 de ellas perdieron la vida.

Una mujer acompaña a su padre al punto de vacunación en Magdalena Contreras.

En otro plantel, en la primaria Héroes de Padierna, llegaron a juntarse hasta 200 personas tratando de respetar la sana distancia alrededor del mediodía, pero como nunca dejaron de llegar al lugar, se complicó la forzosa lejanía.

A lo largo de la calle había una larga hilera de adultos mayores sentados en bancos, sillas plegables; otros sobre la banqueta, bajo el sol, y otros, los más afortunados, bajo la sombra.

“No saben lo que están haciendo (...) No lo planearon bien, no sé si no se esperaban este aforo”, dijo a este diario Katy de Franco, de 65 años, quien esperaba sentada sobre la calle.

Algunos servidores de la nación, además de controlar las vallas como si fueran personal de seguridad de un concierto, realizaron recorridos entre las filas, con cámara en mano, además de que en redes sociales, los usuarios acusaron que tomaron fotografías de la identificación INE de las personas de la tercera edad.

Los retrasos en la logística motivaron a que el subsecretario de Salud federal, Hugo López-Gatell, llegara tarde a la conferencia de las siete de la noche, tras acudir a una reunión en la que el tema central fue la revisión de fallas en la aplicación de la vacuna.

“En lugar de tener una enorme fila donde hay personas de 70, 80, 60, de 64, etcétera, tendremos la fila de personas de 80 y más, la fila de 70 a 79, la fila de 60 a 69”, adelantó el funcionario, quien admitió que tampoco funcionó citar con un margen de 12 horas, por lo que se valora reducir el horario en los próximos días.

Esto, luego de la difícil aduana por la que pasaron personas de 60, 70, 80 años o más para hacer una larga espera, como si fuera una jornada de trabajo, tras llegar a la fila con pasos lentos; al final, con el biológico en el cuerpo, los rostros se relajan y el andar se renueva por la esperanza de vida que les da la vacuna, en lo que parece un principio del fin frente a esta cruda y prolongada pandemia.

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