Sismos y escurrimientos, factores de desestabilización

Geólogo ve poco apto habitar el Chiquihuite

Falta de planificación propicia que se construya en zonas de alto riesgo, dice Arturo Tapia; antes de que la gente llegara, extraían piedra para mampostería y se generó fractura

Las plantas crecen en las fracturas rocosas y, con el viento, se aflojan los bloques. Foto: Cuartoscuro

El crecimiento poblacional y la falta de planificación en los alrededores del Valle de México han propiciado que se construyan viviendas en zonas consideradas “de alto riesgo para ser habitadas”, como en las laderas de los cerros, donde las características del suelo “no siempre son apropiadas” para el desarrollo urbano, consideró Arturo Tapia, geólogo de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

El especialista contó a La Razón que el cerro del Chiquihuite —donde el pasado 10 de septiembre el desprendimiento de una parte en la ladera oriente terminó con la vida de cuatro personas—, antes de ser habitado, era usado para la extracción de piedra para crear lajas y construir mampostería, por lo que se utilizaban explosivos, lo que a la larga generó fracturas en la roca y la volvieron más propensa a desprendimientos o desgajamientos.

“La zona del Chiquihuite ha sido estudiada durante mucho tiempo por muchos especialistas, y estos acontecimientos han sucedido por la ocupación de las personas de la Ciudad de México que habitan en esa zona, que ha ido creciendo la mancha urbana de manera no planeada, irregular y caótica”, mencionó.

El especialista explicó que hace un par de décadas ocurrió un desprendimiento similar en la colonia Chalma de Guadalupe, cerca de la Lázaro Cárdenas, una de las zonas más pobladas y en donde hace dos semanas ocurrió el desprendimiento.

“Detrás de esa zona, hacia el poniente, existía una cantera y, en muchos de los taludes que existen, se explotaba la roca de manera similar (...) Cuando se utilizan sin experiencia los explosivos en cualquier tipo de roca, una que se encuentra sana, competente y es estable, con el uso de los explosivos se hacen microfracturas. Es un factor, entre otros, que son los responsables de esas caídas. Esos sitios fueron abandonados y como ya estaban aplanados, fue mucho más sencillo que las personas llegaran a habitarlos”, expuso.

El geólogo destacó que en todos los alrededores de la Ciudad de México se han invadido zonas consideradas de riesgo, las cuales, destacó, “están bien delimitadas”, por lo que alertó que los hechos como este podrán seguir ocurriendo.

“En la Facultad de Ingeniería y en otras instituciones de educación, como en el Servicio Geológico Mexicano, se tienen perfectamente delineadas las zonas de riesgo; existen zonas bien delimitadas, porque hay varios factores que propician estos movimientos. Nosotros les llamamos ‘movimientos de masa’, que pueden ser rápidos o lentos, en función de cada volumen de material.

“Por ejemplo, los temblores son un factor para desestabilizar un talud, para generar un deslizamiento o desprendimiento de roca; otro es causado por el agua, que es el factor más importante para desestabilizar una ladera, pero no es el único”, explicó el especialista.

Resaltó que si se observa la zona en fotografías, a través del tiempo, se puede apreciar que en las laderas se ha desarrollado vegetación, cuyas raíces crecen en las fracturas de la roca, que es en donde se encuentran las arcillas y sedimentos ricos en minerales.

“Cuando sopla el viento, esas raíces y esos árboles se empiezan a mover. La acción que se genera es como si uno metiera una cuña en esa fractura, e hiciera un movimiento tratando de aflojar el bloque. Podrían sonar pequeños, pero estos factores generan un número suficientemente grande como para desestabilizar el talud”, apuntó.