La flor de cempasúchil o “Cempohualxochitl” en nahuatl, que significa: flor de 20 pétalos, es conocida por su aroma y color amarillo anaranjado que adorna los altares y ofrendas del Día de Muertos, sin embargo, ¿México es el único productor de esta planta?
La flor de cempasúchil es un símbolo de identidad nacional en nuestro país, además de ser considerada una especie endémica del continente americano, la cual tiene 58 variedades y 35 de ellas crecen en México.
A nivel nacional, los estados que producen mayormente esta flor son: Ciudad de México, Durango, Estado de México, Guerrero, Hidalgo, Michoacán, Morelos, Oaxaca, Puebla, San Luis Potosí y Tlaxcala.
Por otro lado, actualmente, el cempasúchil ya se produce en otros países como China, con tres cuartas partes de la producción mundial; la India y Perú, 20 por ciento y cinco respectivamente.
¿Por qué se usa esta flor en las ofrendas de Día de Muertos?
En la época prehispánica, los mexicas asimilaban el color amarillo de esta flor con el sol, por ello, la utilizaban en los altares, ofrendas y entierros dedicados a sus muertos. Además, existe una leyenda en torno a ella.
De acuerdo con la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (Sader), la leyenda cuenta que Xóchitl y Huitzilin estaban enamorados desde que eran niños y por las tardes subían a la montaña dedicada a Tonatiuh, el dios del sol, a regalarle ramos de flores para pedirle que les diera su bendición y cuidado para poder seguir amándose.
Tonatiuh al verlos tan enamorados, bendijo su amor y aprobó su unión, pero un día se desató la guerra y Huitzilin fue convocado a pelear para defender a su pueblo.
Después de algún tiempo, Xóchitl se enteró que su amado había fallecido en el campo de batalla. Su dolor fue tan grande que rogó con todas sus fuerzas a Tonatiuh que le permitiera unirse a él en la eternidad. Este, al verla tan afligida, decidió convertirla en una hermosa flor, así que lanzó un rayo dorado sobre ella, y en efecto, creció de la tierra un bello y tierno botón, sin embargo, este permaneció cerrado durante mucho tiempo.
Tiempo después un colibrí atraído por el aroma de esta flor se posó sobre sus hojas. Inmediatamente, la flor se abrió y mostró su hermoso color amarillo, radiante como el sol mismo; la flor de veinte pétalos, que había reconocido a su amado Huitzilin, el cual había tomado forma de colibrí para poder visitarla.
Así, la leyenda dice que mientras exista la flor de cempasúchil y haya colibríes en los campos, el amor de Huitzilin y Xóchitl perdurará por siempre. Por esta razón se cree que el aroma de la flor de cempasúchil guía a las almas de los difuntos en el camino hacia la ofrenda que les espera en el mundo de los vivos.
DG & EASZ