Especialistas en temas educativos perciben el intento de aterrizaje del nuevo modelo de aprendizaje como un acto de tinte político por parte de las autoridades escolares, en el que sólo hacen giras para acercarse a los docentes, pero no a los expertos en planeación.
Consideraron que el panorama educativo, con el retraso de los libros de texto y los cambios que se siguen haciendo al plan educativo, es de incertidumbre, pues hasta el momento los propios maestros desconocen contenidos y materiales que van a aplicar.
La coordinadora general de Educación con Rumbo, Paulina Amozurrutia, criticó que el director general de Materiales Educativos de la Secretaría de Educación Pública (SEP), Marx Arriaga, se encuentre analizando programas curriculares en los estados, cuando lo debe hacer con especialistas, pues consideró que el funcionario no es un político “y eso no lo entiende”.
“El problema es que Marx Arriaga no entiende que no entiende, pues no es político y no tendría que llevar un programa trunco a cada uno de los estados y municipios. Para generar un modelo curricular escolar, con quien te tienes que acercar es con los especialistas en planeación, y antes de hacer un libro debes hacer matrices pedagógicas y todas las matrices y contenidos”, explicó.
En entrevista con La Razón, destacó que un plan curricular fortalecido toma en cuenta aprendizajes previos, diagnósticos o perfiles de ingreso, así como aprendizajes posteriores, pero consideró que la Secretaría de Educación Pública lo que hace es tratar de que la gente lo realice, cuando no se tiene el conocimiento adecuado, al no ser especialistas.
“Lo más grave es que no entienden que hay una Ley General de Educación que incluye que debe haber una instalación de un Consejo de Participación Escolar, que es indispensable para hacer cualquier cambio al modelo, pero no se ha instalado. Eso ayuda a que los especialistas que ya han realizado libros de texto aporten sus experiencias y se haga un mejor material curricular”, indicó.
La experta en educación dijo que, una vez que se tengan los planes y modelos, se pueden comenzar a compartir con los maestros, ya que ellos “en muchas ocasiones tropicalizan los contenidos” por la carga de trabajo que ya tienen. “Esto no es una campaña política, sino la creación de un plan para mejorar la educación en México”, advirtió.
Además, la especialista en el tema educativo comentó que no se sigue un rigor académico, pedagógico y legal para hacer un modelo que llene los estándares internacionales que hoy no se están evaluando, principalmente en temas como matemáticas, escritura y ciencias, y por ello la base toral de los conocimientos se tiene que basar en ellos.
La Razón publicó este jueves que la prueba piloto del nuevo modelo educativo de nivel básico se atoró no sólo por una orden judicial que frenó su aplicación, sino porque al plan de estudios se le siguen realizando cambios y los libros de texto no están listos.
Al respecto, Alma Maldonado, quien forma parte de la plantilla del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados (Cinvestav) del Instituto Politécnico Nacional (IPN), aseguró que el panorama hasta el momento es de incertidumbre, ya que hay un atraso y en estos momentos se debería tener un conocimiento de los libros y temas con los que se va a arrancar.
“De lo poco que sabemos es que se va a hacer un cambio muy fuerte, ya que se habla de tres libros que integran problemas en el aula, la casa y la comunidad; un libro de saberes y uno de artes para lectura. Es un cambio en la manera como están organizados los libros, pero es importante ver si hay tiempo para que los maestros se familiaricen con estos nuevos libros”, destacó.
La investigadora refirió que la apuesta de la Secretaría de Educación es “como de un movimiento político”, ya que están yendo con los maestros para tratar de convencerlos de su propuesta, pero dejan de lado toda la parte técnica y profesional en la elaboración de los libros, cuando éstos requieren de un trabajo especializado. “Omite la parte importante de aquellos que se han dedicado a hacer libros de texto”, finalizó.
Cambios en nuevo plan, hasta en cómo se sientan
El nuevo modelo educativo que se implementará el próximo ciclo escolar no sólo busca modificar los contenidos, sino hasta la evaluación numérica que se hace a los alumnos para medir sus aprendizajes e incluso la forma en que éstos toman asiento en los salones de clases.
Una conferencia de Ángel Díaz Barriga, investigador por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), quien forma parte de los materiales de familiarización distribuidos durante la sesión del Consejo Técnico Escolar (CTE) del viernes pasado, expone dichos detalles y asegura que uno de los retos en este momento es que el magisterio se acerque al nuevo proyecto.
Para concretar la transformación del plan de estudios en marcha, sostiene que se debe construir una escuela diferente al proyecto pedagógico implementado desde el siglo pasado, con el cual se ha mantenido la misma estructura dentro de los salones de clases.
“El docente mantiene centrada la exposición de temas e insiste en un plan de estudios organizado por materias, donde todos respeten la lógica de la disciplina, pero que realmente resulta un modelo difícil de aprender y vincular con la realidad. Esa estructura de salón de clases, hecha fundamentalmente para que haya un pizarrón al frente y para que el profesor tenga su escritorio y desde ahí hable”, menciona.
Por ello, se indica que se deberá encontrar una forma en que las y los estudiantes no continúen sentándose uno detrás del otro “y sólo veamos la nuca del compañero”.
“Sabemos que no hay recursos económicos para cambiar las aulas, pero reconozco que hay mucha creatividad en los docentes para reorganizar lo que se hace en el salón de clases de otra manera”, refiere.
Por ello, recalca que otra de las tareas será eliminar el rol que han asumido las y los estudiantes, quienes se han dedicado a escuchar las clases, tomar apuntes, estudiar lo que el o la profesora indica y repasar el tema para el examen, así como hacer ejercicios de los libros de texto.
Remarca que “el gran error” ha sido no ayudar al alumnado a que se cuestione sobre lo que quiere aprender y trabajar sólo en aquello que se vincula con una calificación, por lo que la apuesta será “transformar el concepto de calificación a evaluación formativa”.
Aunque no mencionó en forma directa que se buscará desechar las calificaciones numéricas en la escala del 1 al 10, como se ha hecho desde hace varias décadas, Díaz Barriga señala que esta estrategia, así como las pruebas estandarizadas, “no logran reflejar lo complejo de un proceso como el aprendizaje”.
Además, argumenta que asignar un número para evaluar una actividad es una práctica que no surgió desde la pedagogía ni desde la didáctica, por lo que insistió en que “tenemos que lograr ver cómo establecemos una evaluación formativa”.
Para ello, expone una técnica en la que se apostará por la retroalimentación y autorreflexión, con base en “mecanismos informales” que también deberán ser construidos por las y los docentes, pero que a la vez esto no se convierta en un “formato”.
Asimismo, “invita” al magisterio a trabajar para que las familias acepten “otro medio de comunicación de lo que sus hijos hacen, que no sea la tradicional boleta de calificaciones”.
Y es que subraya que los cambios implicarán mayor participación de las madres y los padres, pues, con la llegada de la pandemia, éstos se involucraron más en las actividades de la escuela y “ahora se debe cuidar que no salgan”, por lo cual deberán colaborar para identificar problemas en el entorno de los planteles y la comunidad, de forma que la realidad también sea “un libro” de aprendizajes.