El canciller Marcelo Ebrard suele ordenar las explicaciones a partir de preguntas que él mismo expresa. “¿De verdad yo puedo hacer una diferencia con respecto a lo que nos interesa a todos y a todas?”, plantea sobre el propósito de buscar la candidatura presidencial y luego gobernar.
Y responde: “Yo pienso que sí. Si no, no estaría en esto”.
En entrevista con La Razón, una de las llamadas “corcholatas” advierte, sin embargo, que en la dirigencia de Morena “han sido omisos” en la definición de las reglas del proceso interno que ya está en marcha. Por lo que urge a que esto se pueda procesar.
En ese tema agrega: “Yo formo parte de ese proyecto, y voy a estar señalando si veo que las cosas no van bien. Pero no tengo por qué estar pensando que me vaya a ir a otro partido”.
¿Cómo aprecia esta sucesión adelantada y qué expectativas tiene?
Creo que estamos viviendo un proceso inédito en sus características y, como todo lo que es inédito, tienes en tus manos incertidumbre. Lo que tiene de valioso es que sean abiertas las pretensiones o aspiraciones y las propuestas de cada quien. Antes no importaba la opinión pública, importaba la opinión del Presidente nada más. Hablo del PRI histórico, del PAN y sus sucesiones que, como casi todo lo que hicieron, no salieron muy bien. Entonces se está viviendo un proceso abierto. Yo lo veo positivo. Sí, claro, conforme vayan avanzando los tiempos hacia fines del 2023, seguramente vamos a vivir algo más intenso. Sobre el método que a mí me gustaría, ¿qué pienso?, que el que ha planteado el Presidente es el más sensato, porque lo viví con él: una encuesta de cada quien con una empresa de su confianza; se contrató la (empresa) supervisora, discutimos las preguntas y todo se convino. Si tienes un proceso transparente, que es incluyente, muy seguramente no vas a tener conflictos.
Pareciera que ya en cierto momento sí se calientan las diferencias.
Yo creo que hay una necesidad urgente de que Morena, nuestro partido, fije las reglas del juego. Han sido omisos en eso. Es oficial: esto no está en la cancha del Presidente, eso le corresponde al partido determinarlo. Entonces, ¿qué hay que hacer? Sacar las reglas. Ver si va a haber debates, cómo se va a hacer la encuesta… Y creo que habrá que hacerlo pronto. Sería lo más sensato. Si lo dejas sin reglas, sí puede haber tensiones.
Ahora el único mediador, el único gestor de ese proceso, es el Presidente.
Creo que él ha seguido una política congruente. En pocas palabras el Presidente ha renunciado al dedazo. ¿Qué otra contribución podemos pedir? Ahora, ¿a quiénes les corresponden otras responsabilidades? Pues a quienes participemos. Tenemos que ser serios y cuidadosos. Y por supuesto y esencialmente al partido. Es el que tiene que decir: ‘a ver, esto va a ser así en tales fechas, esto se vale, esto no’. Es lo que yo pensaría que procede hacer a la brevedad posible.
Digamos que de aquella vez en la que usted señaló el tema del piso parejo a ahora…
Nos invitaron al Estado de México a un evento de unidad y yo lo que dije ahí es que la unidad se construye, no es un imperativo categórico. Cuando hay desunión es por alguna razón. Como dice el Presidente: “Cuando hay problema debe ser por algo”. Es un efecto. La causa es que no haya condiciones equitativas o que no haya reglas claras.
Yo creo que las reglas son importantes. Porque realmente lo que vas a hacer es una primaria, preparatoria. La candidatura como tal es hasta el 24, legalmente hablando. Entonces lo que vas a hacer es una primaria.
¿Aprecia usted que hay condiciones para generar esa unidad de parte de las otras “corcholatas”?
Yo no creo que a nadie le convenga minar la cohesión o unidad del movimiento. No nos conviene ni a nosotros ni al país.
¿Usted ve como un imperativo personal hacerse de esta candidatura presidencial?
Vamos a ponerlo de la siguiente manera: yo creo que cualquier político y política que diga que no le interesa tener esa responsabilidad está mintiendo. Aquí la pregunta no es ésa. El problema es qué tanto tú te sabes capaz ante ti mismo para tomar una responsabilidad de esa envergadura. Es una responsabilidad enorme: conducir un país de 130 millones de personas. Yo francamente pienso y así me lo pregunto muchos días: “¿De verdad yo puedo hacer una diferencia con respecto a lo que nos interesa a todos y a todas?”. Yo pienso que sí. Si no, no estaría en esto, créemelo.
Llevo 40 años pensando casi diario qué deberíamos de hacer en muchos campos. Y la formación que yo tengo es sobre todo de adversidad. Sí me ayudó el licenciado (Manuel) Camacho, me ayudó Andrés Manuel (López Obrador), por mi trabajo. Yo no vengo de familia política. Soy el primero que se mete a la política y a veces me lo han reclamado, porque la política también son golpes todos los días.
Yo estoy seguro que puedo hacer algo que sí contribuye a que el país tenga resultados diferentes. Además, creo que tenemos una buena oportunidad ahora por razones del estrés geopolítico que hay en el mundo: relocalización de empresas, incentivar todo lo que tiene que ver con innovación, cambios rápidos de nuestros procesos, un gobierno que, como quiere el Presidente, consolide un sistema de salud universal. Es decir, tampoco son tantas cosas y lo que quieres hacer son cosas de fondo: reducir drásticamente la pobreza. Sí se podría.
Con lo que estamos pagando ahorita de deuda, pagamos un billón de pesos al año, podríamos reducir la pobreza drásticamente en 10 años. O sea, que no se piense que es un sueño guajiro, se podría hacer.
Hace no mucho tuvo la oportunidad de llegar a competir por la Presidencia. El tema de la encuesta interna en la que participó con el ahora Presidente López Obrador. ¿Cómo ha procesado ese tema?
Se llama congruencia. Cuando inicias tu carrera política tienes que pensar en el dilema del fin y los medios. O sea, qué estás dispuesto a hacer y qué no para llegar a una posición. Hay gente que está dispuesta a hacer lo que sea y hay otras que no estamos en esa disposición.
Cuando fue esa decisión de la encuesta teníamos cinco preguntas, yo gané dos y Andrés ganó dos. En la quinta pregunta me ganó por 1.6 o 1.8. Dilema: “No, pues no lo reconozcas, vámonos a segunda vuelta”. ¿Qué hubiera provocado eso? Uno, romper en dos la posibilidad de las izquierdas, servir a tus contrincantes. Y lo otro: no ser una gente que cumpla lo que dice, ser una persona acomodaticia, mentirosa, convenenciera, que dices una cosa y haces otra. Y eso lo único que va a hacer es destruir tu propia vida. Entonces, por eso no lo hice así.
Y hay decisiones que tienen un costo, ¿por qué? bueno, ya viste: hasta me persiguió (Miguel) Mancera y (Miguel) Osorio Chong, los dos senadores. Querían acabar conmigo en 2015. Inventaron de todo. Nos hicieron quién sabe cuántas auditorías a toda mi familia, exesposas, conocidos, una cosa importante para acabar con nosotros. Si yo hubiese seguido adelante, pues igual y eso no me pasa. Entonces a lo que voy es que a veces o muy seguido se da que el que tú sigas cierta convicción tiene un costo. Pero el costo mayor es que pierdas el sentido de lo que estás haciendo. Estar por estar no tiene sentido. Habrá quien piense diferente, pero yo pienso así.
Camino con AMLO. En la conversación, el titular de Relaciones Exteriores echa un vistazo a acciones que lo han ido sincronizando con Andrés Manuel López Obrador. Por ejemplo, recuerda que, en el sexenio de Ernesto Zedillo, cuando él era diputado independiente, el gobierno envió los tomos del Fobaproa. “Recuerdo que había un transitorio que era el cuarto y que decía: ‘Se regularizan 551 mil millones de pesos’. ¿Sabes lo que es eso? Nadie sabía. Habían hecho toda una disposición de recursos y pagarés con esa suma para salvar a muy diversos bancos con diferentes grados de irregularidad en cada uno, como si no hubiera pasado nada. Entonces, ahí otra vez es lo mismo: me dediqué tres años a tratar de impedir que metieran este tipo de créditos a la deuda pública, al final no lo logramos, porque el PAN decidió apoyar, desgraciadamente”.
También rememora el día que Manuel Camacho le dijo que se fueran del PRI, detonando en ese entonces lo que define como “una persecución casi personal”, aun y cuando recalca: “No nos fuimos a nada. Armamos o pretendimos armar un partido”.
Luego menciona el año 1999, cuando apoyó a López Obrador en la contienda al entonces Distrito Federal, lo cual no se dio a cambio de un ofrecimiento, sino por algo que, afirma Ebrard, apreció en ese momento y le comentó al tabasqueño: “Vamos a apoyarte a ti por una razón. Fox ha subido muchísimo en las encuestas y Fox no va a hacer un buen gobierno”.
Marcelo Ebrard tenía esa idea porque, precisamente en el asunto del Fobaproa, recuerda cómo el entonces gobernador de Guanajuato promovió que se aprobara.
“Dije: a ver, este señor va a llegar a la Presidencia, ¿y en la Ciudad de México también van a ganar? ¿En qué va a quedar todo lo que hemos pensado y todo en lo que hemos creído y por lo que hemos luchado? Entonces, fui a ver a Andrés y le dije: ‘Te vamos a apoyar con el porcentaje que nosotros tenemos’: cuatro o cinco puntos, no éramos un partido muy grande. Y lo apoyamos y ganó”.
Yo creo que hay una necesidad urgente de que Morena, nuestro partido, fije las reglas del juego. Han sido omisos en eso. Es oficial: esto no está en la cancha del Presidente, eso le corresponde al partido determinarlo. Entonces, ¿qué hay que hacer? Sacar las reglas. Ver si va a haber debates, cómo se va a hacer la encuesta… Y creo que habrá que hacerlo pronto. Sería lo más sensato
El canciller enseguida expone cómo fue invitado por López Obrador a la Secretaría de Seguridad, un reto en el que en un principio estimó que las probabilidades de “salir bien” serían de entre 10 por ciento y 20 por ciento.
“El día que me lo propuso, le dije: ‘voy a caminar y lo voy a pensar y en un par de horas vengo’ y pensé: ‘A ver, si algún día yo quiero gobernar esta ciudad, en la que empecé a trabajar en el 83, ¿con base en qué voy a poder decir que quiero ser candidato para gobernar la Ciudad de México, si no le quiero entrar a la seguridad, que es el problema número uno para la gente?”.
Y agrega: “Tiene muchos bemoles. Arriesgas a tu familia. Te metes en cosas muy complejas. Te peleas con delincuentes, a los que no les importa nada. Entonces fui y le dije: ‘Sí, lo hago’. Y ahí empecé a trabajar con Andrés. Y ésa es mi vida”.
Por congruencia va a reconocer lo que salga en la encuesta…
Yo te diría que la obligación de Morena es garantizar un proceso limpio, transparente y creíble. No es de que todos digamos: “Ah, sí, vamos a aceptar lo que tú digas. Así nada más”. No te lo va a aceptar Fernández Noroña. No te lo aceptaría Claudia. No te lo va a aceptar ni Adán. Un planteamiento así de vamos a firmar así un cheque en blanco nadie te lo va a aceptar. Lo que nosotros estamos diciendo, y le tenemos confianza a la dirigencia, es que fijen las reglas. Ahora, yo formo parte de ese proyecto, y lo voy a estar señalando si veo que las cosas no van bien. Pero no tengo por qué estar pensando que me voy a ir a otro partido, no.
No está en esa idea…
No estamos en que a toda costa. Y si algo no me parece por alguna razón, lo diré de manera sensata. Nunca he sido una gente conflictiva, pero el que no seas conflictivo no significa que no tengas firmeza en lo que crees.
¿Qué está en juego en el 24?
Consolidar lo que ha iniciado el Presidente. Los cambios más sustanciales que yo veo son: primero, una nueva forma de relación entre el poder y la sociedad mucho más directa. Una Presidencia que informa todos los días, mucho más transparente. Eso es un gran logro. Otro: todos los mecanismos de democracia directa que se han introducido. Esto ya cambió para siempre, llegó para quedarse, y eso es un gran mérito del Presidente, me parece a mí, con el respaldo de la gente.
Otro: erradicar la corrupción como algo consentido, como algo establecido, que finalmente son privilegios ¿no? Erradicar privilegios también, asociados a la cuestión fiscal, las condonaciones. Toda la expansión del sistema de salud, hacer un sistema de salud universal. La expansión de los programas sociales que ha habido en mucha mayor escala que en otros gobiernos, por supuesto. Las grandes obras de infraestructura que hay que consolidar: el Tren Maya, el proyecto Transístmico, el aeropuerto, que es una obra impresionante. Y la ruta de que México recupere la confianza en sí mismo.
De esto, el punto máximo de contraste lo podrías tener en el argumento de (Enrique) Peña Nieto cuando fue al G7 en Londres, que les fue a decir: ‘Oigan, por favorcito, vengan y ustedes inviertan en el Golfo de México, porque no tenemos tecnología para aguas profundas y ustedes sí’. Ése era el México suplicante.
Y pasar al México con confianza en sí mismo que representa ahora el Presidente López Obrador y que se ha visto con todas las iniciativas que se han tomado a nivel internacional y también en la relación con Estados Unidos. Entonces todo eso hay que consolidarlo y mantenerlo.
Mar picado. El canciller, sin embargo, no pierde de vista el entorno mundial que representará un reto en el futuro próximo y apunta: “Ahora, tienes nuevas circunstancias, otra realidad. Tenemos una guerra en Europa; una tensión muy fuerte entre China y Estados Unidos, vamos a vivir un mundo muy complejo. Estamos navegando en un mar muy picado, no nos va a tocar un mar tranquilo. Vamos a tener que ajustar cosas, ser sagaces”.
Canciller, ¿qué le provoca ver a una familia extremadamente pobre en el Nayar o en algunas zonas en Guerrero?
Yo nací en una familia de clase media, no de clase rica. Vivíamos en Coyoacán. En 1970 yo me acuerdo de un tío muy querido, muy culto, me invitó a visitar Disneylandia, pero por tierra, porque en esa época viajar en avión era un lujo tremendo. Entonces fui en coche y eso me abrió los ojos desde muy chiquito, tenía yo 10 años. Fue un impacto ver la frontera entre México y Estados Unidos, la diferencia. Entonces es no sólo que te conmueva.
Es tratar de pensar todos los días qué tenemos que hacer para que 13 millones de menores de edad en México no vayan a crecer en la pobreza extrema, porque ya no tenemos otra oportunidad si no lo hacemos ahorita. Si no les damos una posibilidad y les ayudamos y les apoyamos ahora va a ser muy difícil en las próximas décadas. ¿Por qué razón? Porque la población económicamente activa en México va a empezar a decrecer cada año.
Entonces, ¿qué siento?, pues un compromiso. Donde estemos tenemos que ocuparnos de mejorar la situación de la mayoría. Es un imperativo ético.
¿Qué apreciación tiene sobre las críticas en torno a que el Presidente está militarizando la seguridad?
Mira, yo creo que hay un doble lenguaje ¿no? Por ejemplo, veo a seguidores del expresidente Calderón que nos dicen esto. O gente que ha estado en diferentes posiciones evaluando las fuerzas de seguridad diciéndonos eso. ¿Qué te diría yo? Que el Ejército y las Fuerzas Armadas han estado participando en tareas de seguridad todo el siglo, nada más que lo hacían subrepticiamente y sin fundamento legal.
La primera diferencia que yo haría es: no es que antes no participaran y ahora sí, sino que ahora el Presidente lo ha dicho abiertamente, lo ha sometido a la opinión pública, ha informado al pueblo, a la gente, y se ha debatido en el Congreso. Antes no. Se le daba la vuelta. Acuérdate del “michoacanazo” de (Felipe) Calderón, es una operación militar. Y lo mismo en el sexenio de Peña.
Entonces, primero, regular y ser transparente me parece que es bueno. Segundo, entender ¿por qué todo el siglo han intervenido las Fuerzas Armadas? Porque enfrente tienes un rival con alto poder de fuego y necesitas una fuerza nacional. Porque si tú lo quieres resolver a nivel municipal no vas a poder. Una fuerza nacional sí tiene superioridad numérica, táctica y de armamento, por esa razón han intervenido todo el siglo. Lo va a seguir haciendo, ahora con estas reglas nuevas, ya en la ley, hasta en tanto logremos nuestros fines, que es dificultarles enormemente la disponibilidad de armas que tienen.
¿Puede avanzar la Guardia Nacional a un modelo más civil?
Hay mucha hipocresía en el debate. En Italia, a los carabineros los forma el ejército también, a la Gendarmerie de Francia la forma el ejército. ¿Y son países autoritarios? Ni siquiera lo plantean allá.
Entonces, la mayor parte del debate es político. ¿Qué veo hacia el futuro? La Guardia Nacional es una gran ventaja estratégica. El Presidente ha construido algo mucho muy importante para los próximos gobiernos y hay que consolidarlo.
Formación: Licenciado en Relaciones Internacionales por El Colegio de México. Estudió su especialidad en Administración Pública en la École Nationale d’Administration en París, Francia.
Trayectoria: Fue secretario general de Gobierno en 1992, durante la administración del entonces regente del Distrito Federal, Manuel Camacho Solís. Secretario de Seguridad Pública (2002-2004) y secretario de Desarrollo Social (2005 -2006) de la misma demarcación durante la administración de AMLO, Jefe de Gobierno del entonces Distrito Federal.