¿Cómo se explica que un Genaro García Luna, que tenía como objetivo convertirse en futbolista y ser seleccionado nacional, pasó a ser considerado el "Superpolicía" encargado de la seguridad del país, por lo menos en el sexenio de Felipe Calderón y posteriormente ser declarado culpable por narcotráfico y señalado de ser parte de la nómina del Cártel de Sinaloa?
Quizá desde niño, García Luna tenía escrito su destino al ser llamado "El Maldito" cuando apenas tenía once años y se dedicaba a repartir botines y no precisamente de esos que se usan para jugar al futbol, un deporte que dejó de lado, para terminar siendo juzgado, muchos años después, en Estados Unidos, por crímenes relacionados con el narco.
De Michoacán a la Romero Rubio en la Ciudad de México
Francisco Cruz Jiménez, periodista encargado de la investigación de la niñez de Genaro García Luna, se dijo curioso de que se supiera poco de los orígenes del llamado "Superpolicía", por lo que se acercó con exagentes, quienes le detallaron un poco más la niñez del exfuncionario.
García Luna y su familia llegaron huyendo de Michoacán a la Ciudad de México en los años 70, asentándose en la colonia Romero Rubio, lugar en donde se ganó el apodo de "El Maldito". "La gente que lo conoció desde niño en la Romero Rubio, en la 1º de mayo, Damián Carmona, la Gómez Farías, lo llamaban 'El Maldito', dicen que era un maldito desde niño. Cuando sus padres migran, trajeron a ese niño a conocer su destino, y este niño, reclutado por el Servicio Secreto, hizo lo que sabía: repartir el botín", refiere Cruz Jiménez.
Su acercamiento con la delincuencia ocurrió a esa edad, en donde cambió el sueño de ser futbolista, por la avaricia que le dio el poder otorgado por exagentes del Servicio Secreto. "Llegaron a vivir a una calle en una colonia que se llama Romero Rubio, atrás de Lecumberri. La calle es conocida como La Canasta, porque un grupo de agentes del Servicio Secreto del México viejo se juntaba ahí y juntaban todos los botines que robaban, asaltaban y ahí lo repartían. Genaro llegó a esa niñez", narra el periodista, autor del libro "García Luna, el señor de la muerte".
El "oreja" que se convirtió en "Superpolicía"
A los once años, Genaro García Luna fue reclutado como "oreja" por parte del Servicio Secreto. Su labor era visitar colonias aledañas para identificar a comerciantes con gran ganancia, para asaltarlos después. La muerte de uno de los agentes provocó que García Luna viera una oportunidad de "crecimiento" y formó una "pandilla familiar", la cual también era integrada por sus vecinos.
Su primer gran crimen: 25 de diciembre de 1987, cuando robaron a un comerciante 250 millones de pesos -de aquella época- centenarios y joyas. Todo a los 19 años. El sueño de ser futbolista quedaba en el olvido. Intentó entrar a la Policía Judicial Federal en 1989 y al ser rechazado, fue reclutado para ser agente del Centro de Investigación y Seguridad Nacional, en donde fue tejiendo sus redes "de hermandad".
"En el Cisen tuvo acceso a todas las fichas de criminales. Tenía guerrilleros, líderes sociales, periodistas. Hizo una hermandad con Luis Cárdenas Palomino, buscado en Estados Unidos, con Ramón Pequeño. No es casualidad que tuviera acercamientos con el narco, ahí tenía los expedientes secretos", reveló Cruz Jiménez.
Jorge Tello, fundador del Cisen, avaló años después a García Luna, específicamente en el 2006, para ocupar el puesto como titular de la Secretaría de Seguridad con el expresidente Felipe Calderón. En los primeros años de Genaro García Luna en el Cisen, labró sus nexos con el narcotráfico, delitos que hoy lo tienen en Estados Unidos, declarado culpable y sin posibilidades de regresar el tiempo atrás, cuando quizá y sólo quizá, habría sido más fácil convertirse en futbolista.
Redacción por Laura Almaraz.