El alto consumo de fentanilo en México y Estados Unidos no es un problema minúsculo, pero evitar su uso médico no arrancará de fondo el problema, por el contrario, podría convertirse en un problema de salud pública a largo plazo que afectaría a miles de pacientes, aseguró el médico anestesiólogo Guillermo Domínguez Cherit.
“Es posible sustituirlo, siempre y cuando sea por otro opioide; podría ser la morfina, pero entendamos que el problema no es la sustancia, sino el uso que se le da, o bien, quien le da uso. El problema no es un medicamento, es el uso que se le está dando y a quiénes está llegando. Es muy distinto el fentanilo que ocupamos en un quirófano al que ocupa alguien que ha adquirido una adicción”, explicó a La Razón.
El subdirector de Medicina Crítica del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubiran (INCMNSZ), que “hay otros derivados del fentanilo que son más potentes, pero su costo es mayor”, y habría que evaluar si las autoridades están dispuestas a adquirir un producto que puede triplicar el costo de uno que ya existe, sólo por creer que es la forma de terminar con el problema real.
Además, indicó que los especialistas tienen las cantidades adecuadas de dosis para los pacientes y no así cuando se trata de un tema de adicción.
Expuso que, además de la morfina, otras alternativas son el sufentanilo, el alfentanilo y el remifentanilo, entre otros, pero “también son más caros de producir. No creo que se quiera pagar más por una sustancia que al menos dentro de los hospitales está perfectamente regulada.
“El problema no es dentro, es afuera. Más que tocar al sector salud, es un tema de seguridad, que se ha descuidado durante años. Debemos ver la problemática real y no sólo querer limpiar por encima, porque se perjudica al sector salud, que de por sí ha estado muy golpeado”, dijo.
El especialista indicó que todos los niveles de Gobierno deben ver con claridad de donde deriva el incremento en la distribución ilegal del fármaco.
