Cuando “Daniel” llegó a trabajar a Grupo de Seguridad Privada CAMSA, S.A. de C.V, nunca pensó lo que sucedería meses después. Ahora se encuentra asustado, porque dos de sus compañeros que, dice, no estaban en labor cuando ocurrió el siniestro en el que perdieron la vida 39 migrantes, fueron aprehendidos, así que asegura que “cualquiera puede correr con la misma suerte, aun si no fue a trabajar ese día”.
“Daniel” dice que CAMSA servía como apoyo en la estación migratoria de Ciudad Juárez, Chihuahua, cuando inició el fuego, pero que sus elementos son auxiliares y no tenían acceso a las llaves, a no ser que los agentes migratorios les pidieran apoyo.
“El guardia hace la función de recepción; los canalizamos (a quienes acuden) a la oficina a la que van, llevamos la bitácora de visitas, pero no debemos estar con los migrantes. Son los agentes de Migración los que los meten para que hagan su trabajo, nosotros somos como asistentes, nosotros sólo actuamos cuando los del instituto lo digan; temas de uso de llaves, de los cuartos donde se resguarda la gente o cercanía al migrante, sólo la tienen ellos”, asegura.
“Es una empresa grande, te contratan primero de manera indirecta por outsourcing y después ya directo de la empresa, pero es un proceso fácil, de alguna manera, y nuestra labor era sólo observar cómo transitaban los días. Sí llegaban a diario migrantes, esa estación siempre estaba llena, así que entraban unos y salían otros. Normalmente nosotros sólo éramos observadores, a menos que alguno se peleara, interveníamos”, narra a La Razón.
“Daniel” relata que los guardias de seguridad privada tienen a su cargo la vigilancia en las instalaciones del Instituto Nacional de Migración (INM), con excepción de las celdas donde permanecen los migrantes extranjeros, por ser responsabilidad exclusiva de los empleados públicos federales.
“El guardia hace la función de recepción, los canalizamos a la oficina a la que van (quienes acuden), llevamos la bitácora de visitas, pero no debemos estar con los migrantes”, insiste.
Refiere que, en ocasiones, vio cómo agentes de Migración sacaban sus tarjetas bancarias para pedirle a las familias de los extranjeros que les realizaran transferencias de dinero para “soltarlos”, como si se tratara de delincuentes, o bien decían: “para arreglarles rápido sus papeles y pudieran estar en México o irse”.
El declarante hablaba con voz baja y pedía que no fuera revelado su nombre real, aunque tras estos hechos él mismo renunciaría de inmediato a la empresa.
Detalla que los recursos que hacían llegar las familias de los “detenidos” se lo repartían entre los agentes migratorios y los encargados de la estación.
Finalmente, dice que la estación migratoria de Ciudad Juárez es un punto que concentra mucha corrupción y que los obligan a estar callados porque se maneja mucho dinero. “Las personas que llegan se ven mal, pero siempre traen un ahorradito y pagan mucho dinero a los funcionarios federales para que les hagan trámites que son falsos”, comenta.
Para el agente, el incendio en el que perdieron la vida 39 migrantes de varias nacionalidades “destapa una cloaca que espero sea revisada, porque no sólo están maltratando migrantes, sino a trabajadores inocentes, a los de más bajo rango”, dice.