En un video viralizado en redes sociales, en el que no se tiene el contexto completo de sus declaraciones, la actriz Karla Souza es señalada por exigir que "a las mujeres que somos de color en las series, se nos pague igual que a la gente blanca". En la entrevista completa, la actriz se refiere al contexto hollywoodense, en el que a los y las actrices hispanas, se les paga mucho menos que a las actrices y actores blancos.
Al autodenominarse como "mujer de color", Souza abrió de nuevo un debate en redes sociales sobre el llamado "racismo a la inversa", el cual se interpretó así por los usuarios, quienes aseguran que en México, ella forma parte de un círculo que no es el discriminado en el país. Sirva esto entonces, para hablar sobre el denominado "racismo a la inversa" en un país con altas cifras de discriminación con la clase media baja, predominante en territorio nacional.
¿Qué es el racismo a la inversa?
Aunque no exista, el racismo a la inversa es la discriminación que dice padecer la clase alta en México, predominantemente blanca. Especialistas y sociólogos de la Universidad Nacional Autónoma de México, indican que "al ser un sistema de opresión, el racismo no opera en contra de personas de tez blanca, no son su objetivo".
Luisa María Alcalde respalda al gobierno de Ricardo Gallardo
Entrevistados en Canal Once, refieren que, aunque se trate quizá de un tema de discriminación que acusa la clase alta, se habla desde el privilegio, sin vivir las situaciones que la clase oprimida sí experimenta. "Si bien pueden vivir situaciones de discriminación, éstas no se relacionan con la problemática que, históricamente, ha puesto en desventaja a las personas de color".
Además, aseguran que "el racismo tiene una relación directa con el clasismo en nuestro país. Hay poblaciones —afros, indígenas y morenas— a las que histórica y sistemáticamente se les ha privado de recursos educativos, laborales y sociales, cuya carencia les impide escalar socialmente".
¿Por qué es polémico?
En un artículo firmado por Carlos Montero Flores, de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, se indica que los históricamente opresores (gente de clase alta y tez clara) ahora denuncian las prácticas estructuralmente injustas y excluyentes que por siglos han vivido los oprimidos.
"Los ofendidos alegan que están siendo violentados por sus rasgos físicos y su posición económica, declarando que están siendo víctimas de racismo. A esta idea se le conoce como racismo inverso, pues se dice que los grupos históricamente violentados son ahora los que violentan", sentencia Montero Flores.
La polémica radica en que, como indica el unamita, "esta es una práctica que busca denunciarles cuando denigran a sus trabajadoras domésticas, cuando dan dinero aludiendo a su superioridad, cuando sus criterios de lo bueno y lo malo están atravesados por la tonalidad de piel e ingresos económicos".
Según la Encuesta Nacional sobre Discriminación (ENADIS) 2017, 20.2 por ciento de la población de 18 años y más declaró haber sido discriminada en el último año.