Desde finales del siglo pasado, en diversos puntos de América Latina se integró a la discusión pública la figura de las “buscadoras”, a veces en forma de madres, otra de abuelas, dependiendo del contexto de las crecientes desapariciones, alentadas, según coinciden politólogos, por el recrudecimiento de las dictaduras en los países del centro y cono sur.
Así, mientras en Argentina pasó a la historia el caso de las Madres de Plaza de Mayo desde los años 80, en México ha sido en décadas recientes que ha cobrado relevancia la aparición de colectivos de grupos conocidos como Madres Buscadoras.
Como indica el título, estos colectivos se caracterizan por la organización autónoma de mujeres, madres, quienes inician largas jornadas de búsqueda a lo largo de territorios específicos en sus entidades con el objetivo de localizar a sus hijos, sobrinos o nietos, ante la falta de respuesta de las autoridades, para lo cual se apoyan de grupos de vecinos, amigos o familiares.
Así, el crecimiento de los colectivos de Madres Buscadoras es un tema que interesa a la sociedad y la política nacional, en tanto que éste alienta la discusión en torno a las estrategias de seguridad de los tres niveles de gobierno, así como a la eficiencia de los esfuerzos por la búsqueda de personas desaparecidas.
Madres buscadoras: un problema estructural
Según lo cuenta la organización dedicada a la erradicación de la violencia contra las mujeres, Spotlight Initiative, la aparición de las Madres Buscadoras responde a una situación de alarma social, ocasionada por el hecho de que, desde 1964, hayan desaparecido más de 100 mil personas en México —aseveración que elabora a partir de datos de la Comisión Nacional de la Búsqueda de Personas—.
En el mismo sentido, un artículo del diario The Conversation destaca que el fenómeno de las desapariciones responde a múltiples factores, particularmente relacionados con “democracias neoliberales globalizadas y economías neoextractivistas”.
Ante esto, destaca el diario, en 2017 el Gobierno de México aprobó la Ley General de Desaparición de Personas y Desaparición Cometida por Particulares, la cual, sin embargo, no ha evitado que de 2006 hasta 2019 la Comisión Nacional de Búsqueda de Personas registrara 61 mil 637 casos de este tipo.
Así, como lo puntualizó la Gaceta de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) en un artículo de mayo de 2022, “ante la incapacidad del Estado de dar respuesta a la búsqueda [de los hijos desaparecidos], las madres se organizaron en colectivos que recorren el territorio nacional, que han aprendido a reconocer el olor a muerte entre todos los olores que guarda la tierra”.
Madres buscadoras: lucha contra la impunidad y la revictimización
Los grupos de madres buscadoras no solamente se enfrentan al problema de falta de respuesta de las autoridades en torno al paradero de sus hijos, o del cuerpo de los mismos (“quiero encontrarlo, pero no quiero encontrarlo”, declaró una madre en entrevista con The Conversation).
También, se enfrentan a la revictimización por parte de la opinión pública e, incluso, de las autoridades. “En el proceso de búsqueda lo primero que te encuentras es con la discriminación por parte de dependencias y funcionarios públicos”, dijo Ana Paula García, directora del Centro de Estudios Ecunémicos (CEE), a Spotlight Initiative, quien también agregó que, al momento de las denuncias, imperan las acusaciones de que los jóvenes desaparecen por su supuesta relación con el narcotráfico.
Además, las madres buscadoras, en tanto figuras que interesan a la política, luchan con el ser consideradas voces disidentes en contra del sistema, como lo confirmó la buscadora Ceci Flores, del grupo de Sonora, en una entrevista con El País: “Le siguen poniendo precio a mi cabeza. Es lo que estamos sufriendo ahora, por luchar, por buscar a mis hijos, por buscar a mis desaparecidos. Ahora no solamente yo estoy sufriendo las amenazas, sino también parte de mi colectivo”.
Madres buscadoras alzan la voz en nuevos medios
Tan sólo en el colectivo Madres Buscadoras de Sonora, al cual pertenece Ceci Flores, se estima que laboran cerca de mil 800 personas.
Sin embargo, éste no es el único grupo que trabaja en México en favor de la localización de jóvenes perdidos. También, se han registrado Familiares en búsqueda, Madres buscando a sus hijos, Colectivo solecito de Veracruz, entre otros. Todos ellos, se hacen eco a través de las redes sociales, mediante las cuales sus quejas, logros y actualizaciones llegan a una cantidad cada vez más amplia de la ciudadanía.
AM