El video que muestra a una persona dando vueltas con las extremidades tensas y que se tumba y retuerce sobre el asfalto mientras automóviles la esquivan, alebrestó las alertas que Estados Unidos lanzó hace poco más de un mes sobre la incursión de la xilacina al mundo de las drogas y que en México “cualquiera la puede comprar”.
A pesar de que la Administración de Drogas y Alimentos de los Estados Unidos (DEA) apenas la consideró como una amenaza emergente, su uso como droga en aquel país lleva más de una década, explicó a La Razón Carlos Rius, académico de la Facultad de Química en la UNAM.
El especialista detalló que la xilacina en origen es de uso veterinario, ya que funge como analgésico y relajante muscular para especies de gran tamaño como caballos, camellos y reses, aunque también para animales de menor dimensión como perros, aunque con dosis más pequeñas.
Rius Alonso señala que esta sustancia comenzó a utilizarse desde el año 2000 en Puerto Rico en combinación con heroína para producir un efecto más largo y fue hacia 2010 cuando llegó a Estados Unidos, donde con el paso del tiempo comenzó a ser mezclada con el fentanilo.
Su función, explica el especialista químico, es ampliar la duración del efecto del fentanilo —cuyo uso original es médico— mas no las sensaciones que su consumo desprende en el cuerpo humano, en el que lo que sí puede causar son lesiones cutáneas al aplicarse vía intravenosa.
Ante el fácil acceso a la xilacina, el especialista consideró que la política encaminada para combatir esta problemática no es la adecuada, pues las decisiones tomadas, como la reforma para el control de precursores químicos recién aprobada en el Congreso, se tomaron sin tener bases de lo que enfrenta el país.
“No hay un registro para llevarle seguimiento, para legislar yo tengo que tener la idea de qué estoy haciendo y cuál es el problema que quiero resolver. Si no lo conozco, es como querer romper la piñata con los ojos vendados”, comentó.