Resulta sobrecogedora la frialdad con la que el sujeto apodado El Bart habla de cómo intentó asesinar al periodista Ciro Gómez Leyva. “Mi idea era: Lo mato, me voy a donde me tenga que ir. Me escondo un rato y se enfrían las cosas. Tengo dinero y tan tan. Yo me lo imaginaba en una sábana blanca”. En una entrevista que le hizo la activista Saskia Niño de Rivera, el sicario no plantea preocupación alguna por lo que hubiera venido después de haber concretado el crimen para el que fue contratado. Su argumento intenta apelar a la realidad de impunidad que hay en el país, y quizá por ello resulta aún más estremecedor. “¿Cuántos periodistas no han matado y no ha pasado nada? No han agarrado a nadie”. —Si lo hubieras matado crees que no se hubiera hecho la investigación —le pregunta Saskia—. “Na. México mágico”, responde. Son dichos que dan cuenta de cuánto vale hoy para un criminal la vida de un periodista.
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