En Acapulco, Guerrero
Bajo la amenaza de lluvia sobre la Base Aérea de Santa Lucía, cientos de efectivos de la Fuerza Aérea cargaron desde temprana hora el único convoy que llevará víveres a Acapulco, Guerrero; a una semana del impacto del huracán John.
El convoy transportó, en alrededor de una hora, más de 33 toneladas 258 kilos de ayuda humanitaria.
Cada una de las despensas está prevista para rendir a una familia de entre tres y cuatro integrantes, y debe ser consumida en una semana.
Las cajas membretadas con la leyenda "prohibida su venta" y el sello del Gobierno de México, pesan alrededor de siete kilos y medio.
Cada caja contiene, entre otros víveres, guisados listos para comer, atún en agua, ensalada de verduras; además de un mix de frutas secas, frijol cocido, leche en polvo, galletas integrales y amaranto.
En un sobrevuelo en un avión de la Fuerza Aérea, La Razón pudo constatar que el estadio del Abierto Mexicano de Tenis se ha desanegado; sin embargo, los caminos de Punta Diamante, permanecen enlodados.
Al momento de llegar a la Base Aérea Militar número 7, en Pie de la Cuesta, Guerrero; el calor húmedo y abrazador, además del sol quemante, cala a los efectivos del Ejército y de la Guardia Nacional, los cuales, en una cadena humana, descargan las 33 toneladas recién llegadas de la Ciudad de México,
Asimismo, aguardan las 69 toneladas 552 kilos que arribaran por la madrugada, también provenientes de la Ciudad de México en cinco tractocamiones.
Luego de haber cargado cuatro camiones en la Base Aérea de Pie de la Cuesta, Ejército y Guardia Nacional procedieron a entregar los enseres a las comunidades.
Luego de transitar por un camino enredado y dañado por el paso del tiempo, los elementos de las Fuerzas Armadas arribaron a la comunidad de Bajos del Ejido, encallado en las faldas de la alta montaña guerrerense.
En dicha localidad, ya los esperaban alrededor de 100 personas, entre ellos Marco Antonio Torres Cortés, quien luego de 25 minutos formado, logró obtener las dos despensas para su esposa y tres hijas.
Comentó a este diario que, durante el paso del huracán John, quedó incomunicado con sus familiares, además de asegurar que él es profesionista: “si tú nos ves en huaraches y short, no es porque seamos pobres y andemos mendigando. Nosotros estamos limpiando nuestros hogares y estamos reintentando recuperar nuestras vidas”.
Torres Cortés aseguró que el impacto del meteoro “estuvo horrible” y aseguró que parte de las láminas que ocupa en su hogar se desprendieron por la fuerza del aire.
En la cabeza, las mujeres de edad llevaban sus despensas, mientras que los más pequeños hacían todo para poder aguantar una sola caja, la cual muchos de ellos llevaron a cuestas.
Las despensas no fueron suficientes para las personas que realizaron fila. La señora Maura pidió más despensas a las Fuerzas Armadas e instó a la población a continuar con la donación de víveres. Asimismo, comentó con los ojos llorosos que, en caso de que le digan dónde serán las siguientes entregas de víveres, ella estará ahí hasta alcanzar algo para comer.
En los helicópteros MI 17, la Fuerza Aérea entregó en la alta montaña guerrerense cuatro toneladas de despensas que llevaban consigo. Las familias reunidas en torno a la imponente aeronave rápidamente se arremolinaron, pronto se formaron y extendieron las manos.
Uno a uno, con cadenas humanas, los elementos que viajaban en las aeronaves entregaron dos despensas a cada familia, que lloraban luego de tener en sus manos la ayuda humanitaria.
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FGR