Ciertamente, Alicia Bárcena tomó la correcta decisión de acometer el cese fulminante de Martín Borrego, quien fuera jefe de su oficina en la Cancillería —por ocupar su cargo para conseguir como sede de su boda el Museo Nacional de Arte— pues eso ya da cuenta de un cambio respecto a lo que ha ocurrido en otros momentos en los que “leales” en vez de ser despedidos, por ejemplo, fueron enviados a otros encargos. Sin embargo, la ahora titular de la Secretaría de Medio Ambiente ha quedado salpicada del escándalo, porque aunque ha planteado que no autorizó la realización del cuestionado evento, no deja de llamar la atención el que haya asistido al mismo. Choca esto último, nos comentan, con el argumento que ella misma ha dado en el sentido de que está “convencida de que la acción manifiesta un grave error que contrasta con la vocación austera, rigurosa e igualitaria que ha de ser el sello de las administraciones de la Cuarta Transformación”. Porque si es así, ¿por qué asistió? En fin.