Y fue la Iglesia católica, usualmente crítica hacia las políticas de seguridad de los últimos gobiernos, la que ayer hizo un reconocimiento al programa de desarme que instrumenta el Gobierno de la Presidenta Claudia Sheinbaum, a través de la Secretaría de Gobernación, a cargo de Rosa Icela Rodríguez. Y no sólo lo reconoció, sino que expresó en su editorial de la publicación Desde la fe, que “la apertura de los atrios del santuario católico más importante del país para esta campaña (de canje de armas por apoyos o juguetes) se hace con la esperanza puesta en una mayor coordinación entre Gobierno y sociedad para generar procesos profundos en la reconstrucción de las comunidades”. Más aún, pues también apuntó que si bien las acciones de búsqueda de la paz que hace el Gobierno, los empresarios o los demás sectores sociales son distintas a las que realiza la Iglesia, “todos podemos aportar algo”. De ahí que extendiera su llamado “a trabajar para que las armas callen”. ¿Qué tal?