Y resulta que ayer, el mismo día en el que Donald Trump asumió, también partió de Tapachula, Chiapas, una caravana migrante, la primera en el segundo pedido de gobierno del republicano. El ánimo entre quienes la integran es de temor, pero también de que más no pueden perder. El dato es relevante porque apunta a que los flujos migratorios no respetan tiempos, más bien se adaptan a ellos a pesar de su complejidad. Ciertamente a miles que tenían ya una cita para asilo, la cancelación de la aplicación CBP One les golpeó el alma, pues llevaban sobreviviendo meses en espera de que llegaría el día en el que fueran llamados. Pero ahora empiezan a hacerse a la idea de cruzar a como dé lugar aunque eventualmente los deporten. Son cientos, provenientes de países como Venezuela, Guatemala, El Salvador, Honduras, Cuba y Haití, a quienes por el momento no les interesa regresar a sus países.