Amaya Gutiérrez, representante del colectivo LGBT+ en Los Ángeles, lleva 20 años viviendo en un barrio mexicano que sobre todo alberga personas del estado de Michoacán. Cuando Amaya, antes Francisco, dejó su estado natal, lo hizo ante la violencia de sus propios familiares por sus preferencias sexuales.
Ahora Amaya enfrenta el miedo de ser deportada pues está segura de que no regresaría a su estado, además, señala que el peligro que enfrentan al ser deportadas las personas de la comunidad LGBT+ es 80 por ciento mayor de la que viviría una persona promedio.
“Aquí no ha estado muy fuerte el tema de redadas, aún, incluso mucha comunidad de Estados Unidos viene a tratamientos conmigo, pero muchas personas que han hecho algún pequeño negocio en este país prefieren cerrar, hasta que pase todo esto, dicen que en marzo es posible que se ponga realmente fuerte, porque es cuando entraría en vigor mucha propuesta de Trump, nosotros sólo estamos previniendo y yo ahorita sólo trabajo por cita y de conocidos”, señaló.
Escala el choque
En tanto, Juanita Goebertus, directora de Human Rights Watch en las Américas, declaró que las medidas del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, en asuntos migratorios ponen en vulnerabilidad a 11.2 millones de personas migrantes en situación irregular, de los cuales el 66 por ciento son de México y Centroamérica, y de ellos radican principalmente en Nueva York y en Los Ángeles.
“En las calles vemos camionetas de migración y estamos alerta, he sido discriminada y ahora con esto que dice Trump de que sólo hay dos géneros, tengo miedo de que ahora la gente tenga más confianza de decirme más cosas en la cara por ser trans, trabajadora sexual y por ser migrante”, dijo “Anita” quien es una mujer trans que desde hace 15 años vive en Estados Unidos.
Actualmente, 400 migrantes trans mexicanos estarían en peligro de deportación por su situación migratoria y aunque México advierte estar preparado para ello, ellas y ellos se niegan a pensar en rehacer su vida en territorio azteca.
Por otra parte, Raúl Caporal, director de Casa Frida, un espacio para las disidencias sexuales y de género, dijo que cree que México “podría convertirse en ese país seguro con opciones para la población LGBT+ migrante y refugiada. Al menos en la Ciudad de México, por sus avances legislativos y de política pública, las personas migrantes podrían tener una alternativa”.
Entre 2018 a 2023, ingresaron a México personas migrantes sin documentos de 78 nacionalidades, de acuerdo con reportes de la Secretaría de Inclusión y Bienestar Social, y aseguran que ven al país en algunas ciudades “como un lugar seguro”, y aunque algunos de ellos pertenecen a la comunidad LGBT+, no se atreven a revelar sus preferencias sexuales, tal y como ocurre en localidades de provincia con sus integrantes que han llegado a Estados Unidos en busca de una nueva oportunidad.
“El porqué las personas deben ocultar su orientación es básicamente por el riesgo que puedan tener en su recorrido y más en países latinoamericanos, donde la mayoría de veces son detenidos, encarcelados, discriminados o llegan a ser parte del gran número de asesinados sin nombre. Ahora con la política de Trump, sabemos que hay que cuidarse porque él es abiertamente homofóbico y transfóbico”, dijo Mari Sánchez, oriunda de Oaxaca, y quien desde muy niño, dijo, supo “que debía dejar su tierra”.
Ahora, radicada en Nueva York, espera que la nueva administración no “tire por la borda lo que ha logrado la comunidad”.