La inseguridad y falta de apoyo al sector rural está provocando que los jóvenes huyan y que, en su lugar, las personas mayores sean quienes asuman la responsabilidad, por lo que, en el último ciclo, una de cada siete hectáreas (14.3 por ciento) aptas y disponibles en el país para la actividad agrícola dejó de sembrarse debido a que no hubo quién las trabajara, advirtió la Unión Mexicana de Fabricantes y Formuladores de Agroquímicos (UMFFAAC).
“Han sido abandonadas por pobreza, inseguridad y vejez de los propietarios, quienes no han recibido apoyo del Gobierno”, expuso Luis Eduardo González, presidente de la UMFFAAC.
En entrevista con La Razón, explicó que el campo mexicano constituyó una de las economías que mayor impulso brindaba al país; no obstante, advirtió que actualmente hay un descuido inminente a las tierras que, bien cuidadas y trabajadas, podrían ser nutridas y generadoras de empleo; sin embargo, problemas como el poco o nulo presupuesto ha hecho que los trabajadores del campo declinen por trabajar en sus hectáreas; eso, sumado a un clima de inseguridad.
La superficie agrícola total en México comprende 26 millones 104 mil 423 hectáreas —la séptima parte de la extensión territorial continental del país—, de las cuales 20 millones 547 mil 097 estaban disponibles y aptas. Sin embargo, dos millones 941 mil 005 fueron abandonadas y dejaron de sembrarse.
Yo extraño mucho mi país, pero no veo la manera de regresar porque meterse con el tema del aguacate y del campo, en general, está duro; no tiene idea usted de qué son capaces de hacer (los grupos delictivos) (…) uno puede perder tierras, pero no a los hijos; de eso no se cura unoTere, Oriunda de Apatzingán, Michoacán
González Cepeda refirió que otro problema del campo en México es que, debido al abandono de los jóvenes, ahora se enfrenta al envejecimiento de los encargados de las unidades productivas del sector agropecuario, lo cual amenaza con condenar la producción de alimentos en nuestro país, porque más del 30 de por ciento de ellos, casi una tercera parte, son mayores de 65 años de edad y en el 2022 se reportaron superficies agrícolas en nuestro país que no se cultivaron porque no había quién las trabajara.
De hecho, según el Censo Nacional Agropecuario 2022, 78.1 por ciento de los responsables de las unidades de producción tenía más de 45 años de edad y 30.9 por ciento de los productores tenía más de 65 años. “Aquellos jóvenes que salen del campo ya no regresan, lo que supone que para los próximos años habrá una debilidad mayor en el músculo del campo”, estimó el dirigente de los fabricantes de productos agroquímicos.
Para él, uno de los focos que más pesan en el retiro de los jóvenes del agro mexicano es la violencia generalizada que se vive en el país, pues los miembros del crimen organizado tienen asustados a los pobladores, con el famoso derecho de piso, pues, aunque ellos son propietarios de sus tierras, deben pagar una cuota extra por trabajar sus propias tierras, lo que hace que la mayoría de los jóvenes prefieran emigrar a Estados Unidos y se encuentran haciendo productivo el suelo en otro país.
Un análisis del Centro de Estudios para el Desarrollo Rural Sustentable de la Cámara de Diputados señala que, en el año 2000, la población adulta mayor de 65 años o más, ocupada en el sector rural, ascendía a 4.6 millones de mexicanos, aproximadamente 4.7 por ciento del total; 10 años después alcanzó los 7.1 millones y para el 2014 se incrementó a 8.5 millones de personas, representando 7.1 por ciento del total de la población nacional.
Aquellos jóvenes que salen del campo ya no regresan, lo que supone que para los próximos años habrá una debilidad mayor en el músculo del campoLuis Eduardo González, Presidente de la Unión Mexicana de Fabricantes y Formuladores de Agroquímicos
“El campo requiere profesionalización y tecnificación con mano de obra joven”, dijo el representante de la UMFFAAC.
Desde su punto de vista, el futuro del campo debe fundamentarse en políticas públicas que fomenten la tecnificación y mecanización del campo, ya sea con tractores, maquinaria, riego, entre otras, o científicas, como paquetes tecnológicos que van desde semillas mejoradas, fertilizantes, herbicidas y pesticidas, así como otros agroquímicos que permitan producir más y mejor.
Agregó que “no se puede continuar con una política pública clientelar que se basa en apoyos sociales, que no alcanzan a retener a los jóvenes en las unidades de producción y, por el contrario, los aleja de los campos para enviarlos lejos de casa, hacia Estados Unidos; de ahí el crecimiento de las remesas, hecho que no es para presumir, sino para preocupar, porque es un reflejo del abandono del campo mexicano”.
Un ejemplo de este abandono es el caso de Teresa, quien no quiso revelar su apellido por seguridad, pero comentó a este rotativo que ahora radica en Anaheim, California, Estados Unidos. Ella se fue por el clima de inseguridad en su lugar de nacimiento y dijo que para ella fue muy doloroso dejar sus tierras, porque durante años las trabajó su familia, desde su bisabuelo hasta su padre. “Pero cuando mi hijo quiso hacerlo como siempre lo hicimos, me lo mataron, porque no quisimos rebajar la venta de un pequeño campo donde sembramos aguacates. A él lo mataron y yo mejor me fui con mis hijas; acá hacemos limpieza y no nos va mal. Las tierras no las trabaja ya nadie”, lamentó.
Oriunda de Apatzingán, Michoacán, Tere describió que, a raíz de esa situación y al alejarse del campo, comenzó con todo tipo de enfermedades.
“Yo extraño mucho mi país, pero no veo la manera de regresar porque meterse con el tema del aguacate y del campo, en general, está duro; no tiene idea usted de qué son capaces de hacer (los grupos delictivos) cuando una tierra no es controlada por esos desgraciados; uno puede perder tierras, pero no a los hijos; de eso no se cura uno”, refirió.
Recientemente, Arturo Salvador Fernández Martínez, presidente del Comité Ejecutivo de la Confederación Nacional de Agrupaciones de Comerciantes de Centrales de Abasto, A.C., dijo que tanto el precio como el cultivo y hasta el traslado de productos como “el limón y el aguacate están controlados por el crimen organizado” y que “es un problema que debe ser atendido desde el campo, ya que los productores son víctimas de extorsiones y malos pagos por su producto”.
Tere refirió que su familia era propietaria de una hectárea, que, si bien no era mucho en comparación de otros habitantes, era suficiente para pagar las consecuencias de no tener el “padrinazgo” de alguien para seguir trabajando.
“Se elevó mucho el costo de lo que requeríamos para trabajar, en contraste a la ganancia. No pensamos volver a México y sólo Dios sabe en manos de quién se quedará todo”, concluyó.