Al menos 2 mil migrantes de Haití, Honduras, Ecuador y Venezuela acampan dentro y fuera de la Parroquia Santa Cruz y Soledad en la Ciudad de México, en espera de poder trasladarse al norte del país para buscar el sueño americano.
María Fernanda Romero de Venezuela salió hace un mes de su país con su esposo, hijo y dos familiares más, en espera de poder cruzar a Estados Unidos, ya que tiene familia en esa nación que le ayudará a tramitar sus documentos legales.
“Tengo familia allá y me van a ayudar a cruzar, solo que por el momento estamos varados en México, por ello, necesitamos avanzar lo más que podamos para estar más cerca de ellos. Traemos nuestros documentos, pero necesitamos de su apoyo económico para llegar, pero cruzar por México es una pesadilla, nos pasó de todo”, dijo.
La mujer de 35 años caminó junto a su familia por carreteras, tomó autobuses, pidió aventones y se desveló para poder llegar a la Ciudad de México, a la que consideran un lugar de resguardo en su camino, ya que aseguró que es seguro permanecer aquí, en comparación de las demás entidades.
“Nosotros no nos queremos quedar en México, pero si no podemos llegar a Estados Unidos, sería nuestro plan b, pero solo lo haríamos en la Ciudad de México. Hemos visto que muchos de los compañeros se están quedando a buscar trabajo acá, y vemos que ya están vendiendo en locales”, dijo.
En redes sociales se han viralizado videos de decenas de migrantes que se han ido quedando en la capital para buscar trabajo, incluso autoridades eclesiásticas mencionan que en la zona del Centro han ingresado en el comercio informal, además de trabajos como albañilería.
William González de Venezuela acampa en la explanada de la parroquia en la colonia Centro, y junto a su esposa y dos hijos pasa la tarde, en espera de respuesta de su solicitud de cita en CBP One, para pedir asilo en Estados Unidos.
“Llegamos de la caravana de Chiapas hace unos días, y por chat nos dijeron que acá había chance de quedarnos a dormir. Mi esposa e hijos se duermen adentro, yo me quedo afuera, pero todo el día estamos juntos. Nos dan de comer, pero nosotros cocinamos por nuestra parte, ya que nos quedamos con mucha hambre”, explicó.
Decenas de menores presentan enfermedades respiratorias y gastrointestinales, además que por la temporada invernal y al ser de un clima caliente, comienzan a resentir el clima, por ello, los padres buscan ramas, madero y basura para hacer fogatas y mantenerse calientes.