Con sólo 23 años de edad, Danton Iván Bazaldua, quien aún cursa el octavo semestre en Ingeniería en Telecomunicaciones en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), fue seleccionado por la Agencia Espacial Europea para integrar su trabajo a una simulación de misión a Marte.
Bazaldúa, el segundo estudiante de la máxima casa de estudios seleccionado este año para participar en programas espaciales, desarrolló un prototipo de chaleco para medir el nivel de temperatura y radiación al que pudieran estar expuestos los astronautas.
Su dispositivo será puesto a prueba en la Mars Desert Research Station (MDRS) en Utah, Estados Unidos, así como en la Poland Mars Analogue Simulation 2017 (PMAS 2017), en Polonia, ésta última encabezada por el Consejo Consultivo de la Generación Espacial con soporte de la Agencia Espacial Europea.
“En esta misión soy encargado de este proyecto. Asistiré a Polonia para monitorear que el dispositivo esté haciendo el trabajo que le corresponde y, en caso que no fuese así, asistir en las cuestiones técnicas”, dijo en entrevista con La Razón.
Explicó que su trabajo es un dispositivo que mide signos vitales, la radiación, y cuenta además con sensores de oxigeno que van pegados al cuerpo.
El traje espacial tiene el objetivo de enviar el monitoreo de dichos parámetros para asistir a quienes estarán participando en la misión simulada, en la cual otro grupo se enclaustra en alguna zona con características similares a las que se encuentran en el espacio.
“El reto tecnológico fue que lo tratamos de implementar con tecnología de alta calidad y tardamos alrededor de cuatro meses y medio en concluir el primer prototipo que esperemos darle unos últimos detalles antes de la misión”.
La idea, dijo, “es que haga bien su trabajo” en Polonia, pero confía en que después se convierta en un prototipo más completo que se pueda implementar en iniciativas de mayor alcance.
Entre las llamadas islas, junto a la Rectoría, Danton recuerda que desde niño tuvo una fascinación por la ciencia y la tecnología, lo cual lo llevó a estudiar una ingeniería. Como parte de su formación se sumó a proyectos similares en el Centro de Alta Tecnología Campus Juriquilla, Querétaro, y en el Instituto de Ciencias Nucleares, donde desarrolló una investigación sobre comunicaciones satelitales.
Ese fue el paso que le permitió presentarse en el Congreso Internacional de Astronáutica en Guadalajara el año pasado en el que también tuvo participación una representación de la ONU y del Consejo Consultivo de la Generación Espacial.
Ahí se convirtió en uno de los pocos mexicanos aceptados para formar parte de la organización e incluso se convirtió en coordinador de un taller de simulaciones análogas.